2 Samuel 9:3-6 RVR1960: “El rey le dijo: ¿No ha quedado nadie de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia de Dios? Y Siba respondió al rey: Aún ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies. Entonces el rey le preguntó: ¿Dónde está? Y Siba respondió al rey: He aquí, está en casa de Maquir hijo de Amiel, en Lodebar. Entonces envió el rey David, y le trajo de la casa de Maquir hijo de Amiel, de Lodebar. Y vino Mefi-boset, hijo de Jonatán hijo de Saúl, a David, y se postró sobre su rostro e hizo reverencia. Y dijo David: Mefi-boset. Y él respondió: He aquí tu siervo.”
En este pasaje el rey David consulta si aún había quedado algún descendiente de Saúl para restituir y mostrarle misericordia. En aquella época, lo común era que el nuevo rey se deshiciera de los parientes del rey anterior, pero no fue el caso de David, en honor a la gran amistad que tuvo con Jonatán, hijo de Saúl, quería restituir a sus descendientes.
El único que quedaba en aquel entonces era Mefi-Boset, nieto de Saúl. Un hombre lisiado de ambos pies que vivía en un lugar llamado Lodebar, cuyo significado es: dolor, miseria, tristeza, oscuridad, soledad y desesperanza. Además de su significado, físicamente era un lugar árido, donde era muy difícil que la tierra produjera frutos, un sitio inhóspito que servía de refugio a los marginados de la sociedad, los lisiados, los perseguidos, o los que habían perdido todos sus bienes.
Ese era el panorama de vida de Mefiboset, un hombre físicamente lisiado y seguramente también espiritualmente en esa misma condición. Quizás, cuando fue llamado por el rey, lo primero que pensaría era que sería ejecutado, lo cual tendría mucho sentido, puesto que era lo que en esa época hacían los reyes con los descendientes de los reyes anteriores. Mefiboset vivía una vida sin esperanzas, pero le llegó un «de repente de Dios», donde le restituyeron todo lo que era de su abuelo y comió de la misma comida del rey David.
Hoy en día quizás hemos vivido en algunas áreas de nuestra vida que lucen como Lodebar, pero así como por amor y misericordia de Dios, David mandó a buscar a Mefiboset y luego lo llamó por su nombre, así también hoy El Rey de reyes y Señor de señores, Jesucristo, nos llama por nuestro nombre, para restituir todo lo que se comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta. Jesús vino a buscar lo que se había perdido, a liberar a los cautivos, a sanar a los enfermos, a rescatar la oveja perdida, nos llamó por nombre propio de las tinieblas a la luz admirable, a tomar de lo más vil y menospreciado para avergonzar a los sabios.
Si te has sentido cautivo, enfermo, perdido, en tinieblas, vil y menospreciado, hoy El Rey te manda a llamar y te llama por tu nombre, recíbelo en tu corazón, y verás cómo tu Lodebar será cambiado por el palacio del Rey, cómo una fe pobre será fortalecida, y cómo serás un instrumento poderoso en las manos del Maestro para que otras personas también sean sacadas de Lodebar.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio – JENM
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