El Tercer Hilo que Fortalece

Eclesiastés 4:9-12 NVI: “Mejor son dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante! Si dos se acuestan juntos, entrarán en calor; uno solo ¿cómo va a calentarse? Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente!»

A menudo me encuentro reflexionando sobre la vida, las relaciones y mi profundo deseo de compartir mi vida con alguien. La soledad, aunque tiene sus momentos de paz y crecimiento personal, a veces pesa más de lo que quisiera admitir, y este pasaje me lo confirma.

Mis padres han sido un ejemplo increíble para mí. Han estado juntos por muchos años y han enfrentado grandes desafíos, así como momentos buenos y otros no tanto. A pesar de todo ha sido su fe y compromiso lo que los ha sostenido y les ha permitido superar las pruebas más duras. Han demostrado que, con Cristo en el centro, las relaciones pueden resistir las tormentas más feroces.

Ahora bien, en Eclesiastés 4:9-12 encuentro un profundo consuelo y esperanza. Porque este pasaje me recuerda la importancia de la compañía y cómo Dios diseñó TODAS las relaciones para ser un apoyo mutuo. “Mejor son dos que uno” (…) “Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente!» La imagen de una cuerda de tres hilos me llena de esperanza. Jesús es el tercer hilo que puede fortalecer cualquier relación.

Tengo la bendición de contar con muchos amigos que son como familia para mí, en esto veo el cumplimiento de esta palabra. Jesús ha estado presente en estas amistades, haciendo de ellas una fuente constante de apoyo y alegría. Nos levantamos mutuamente, compartimos nuestras cargas y celebramos nuestras victorias, nuestra amistad permanece y vence todo obstáculo porque Cristo está en el centro y en su ejemplo aprendemos cómo mostrarnos amigos y cómo sostener con sabiduría una amistad.

Hoy es un día para agradecer a Dios por el regalo de la amistad y en lo personal, por el ejemplo de amor de mis padres. La invitación del Señor para todos nosotros es a mirar con gratitud aquellas amistades y relaciones en las que Cristo está presente, porque aunque no son perfectas, la gracia de Dios nos permite permanecer y mostrar su amor, lealtad y fidelidad.

Señor Jesús, gracias por las relaciones que has puesto en mi vida. Te agradezco por mis padres y su ejemplo de amor y perseverancia. Gracias por mis amigos que son una bendición constante, gracias por mi soltería y por todos aquellos que anhelan compartir su vida con alguien, enséñanos a descansar en ti y disfrutar cada etapa de nuestra vida. Padre, ayúdanos a hacer de Ti el centro de todas nuestras relaciones y a ser un reflejo de tu amor y gracia. Fortalece los lazos de amor y amistad en medio de la iglesia y guíanos en el camino de tu voluntad. Que nuestra vida sea un testimonio de tu poder y tu amor inquebrantable. Amén.

Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio (PG)

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