El Trabajo si es una Bendición
Eclesiastés 3:22 RVR1960: “Pues, he visto que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?”

Si al comienzo de nuestra vida nos dieran la oportunidad de ver lo que sucedería con nosotros hasta el final de nuestros días muchos optaríamos por querer devolvernos. La vida no es fácil, madurar, construir el carácter necesario para afrontar todas las pruebas y vivir todo tipo de frustraciones es el camino que nos prepara para el propósito de Dios, pero su propósito también es que podamos vivir ese proceso y en la medida en que superemos cada circunstancia parecernos más a Él.

El trabajo no es una excepción, Dios nos entregó en el edén dominio sobre todo y la capacidad para administrarlo de acuerdo con su diseño y bajo sus lineamientos. Desde la creación Dios puso Adán en el huerto no para descansar, sino para ser diligente, producir y vivir del fruto de su trabajo. Eso implicaba preparar el terreno, labrar la tierra, sembrar una semilla, cultivarla y cuidarla para que germine, y no es distinto hoy en día.

Salimos del caparazón académico, dispuestos a demostrarle al mundo lo buenos que somos, pero con el tiempo vienen los retos, las desilusiones, las traiciones, los despidos etc. y eso puede generar en nosotros un referente negativo del trabajo, como si este fuera un castigo, un deber sin muchos beneficios, una tarea que debo cumplir por obligación. Pero el trabajo a todas luces es una bendición. Es una bendición poder disfrutar del fruto de nuestra trabajo pero también lo es poder crecer en carácter a medida que somos madurados en aspectos profesionales y laborales a través de él.

Desde muy pequeña me gustó trabajar, adquirir experiencia y vivir cómodamente como fruto de mi trabajo; sin embargo, ese éxito laboral generó cierta autosuficiencia en mí, era mi bastión y fortaleza y hoy pienso que en algún momento hasta mi dios. Luego de muchos años de estabilidad laboral y económica empecé a ser probada en ese aspecto y a depender día a día de Dios, lo que me ha enseñado el valor de lo que tuve y de lo que me ofrecen hoy, así no llene mis altas expectativas, a administrar mejor mis finanzas y a aceptar a mi esposo como el proveedor de mi hogar. El proceso no ha sido fácil pero sin lugar a duda glorioso, soy consciente que necesitaba ese trato y que la voluntad de Dios es perfecta, hoy entiendo el camino vivido y lo agradezco.

Agradezco a ese jefe que me exigió demasiado en su momento porque fue un instrumento de Dios para potenciar lo mejor de mí, esa oportunidad laborar que perdí por no ser humilde porque me mostró las consecuencias de la soberbia, ese trabajo que no estuvo bien pago pero al que no podía renunciar porque lo necesitaba porqué ayudó a forjar en mi responsabilidad y compromiso, todo lo que Dios permitió para la construcción de lo que soy me fortaleció y fue conveniente. Dios promete provisión a través de nuestro trabajo y usa cada aspecto de nuestra vida para edificar en nosotros el carácter que Él necesita para cumplir sus propósitos celestiales que son mayores, nuestro trabajo se convierte, entonces, en la plataforma perfecta para construir el fruto de su Espíritu Santo en nuestra vida.

Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Palabra (GVO)

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