El devocional de hoy se basa en una profecía llena de esperanza que nos regaló Isaías y que es reiterada por el profeta Miqueas (en el capítulo 4, versículos 1 al 3).
“… Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. 3 Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. 4 Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.” Isaías 2:1- 5 Versión RV 1960
En tiempos de revoluciones, no solo armamentísticas sino también ideológicas, son muchos los líderes que se levantan con voces de paz, algunos con buenas intenciones, otros disfrazan su intención de paz tras intereses oscuros, inclusive algunos sostienen guerras con argumentos en búsqueda de la paz; lo es cierto es que La Palabra nos muestra que no hay ningún mortal que pueda ofrecernos un camino de pacificación como el que Cristo nos ofrece. Isaías resalta que todas las Naciones correrán hacía el monte mas alto de todos los montes y podríamos imaginar, en el sentido natural, que los otros montes pueden ser “otras alturas del poder” que el mundo reconoce, como presidentes, lideres religiosos y en general personajes de reconocimiento mundial… todos esos correrán hacia el monte mas alto.
Ahora, cuesta creer que esos otros montes se encuentran sometidos a la cabeza de todos los montes, que es Cristo, pues siendo atrevida, a veces medito al ver líderes y naciones tan poderosas que ni siquiera profesan un dogma, como para imaginar que aún esas naciones están sometidas al Monte más Alto. Sin embargo, yo le creo a la Palabra y a esta profecía reiterada, y me gozo en pensar que el tiempo de su cumplimiento lo veremos pronto y que todos lo verán desde las alturas, aún aquellos que mueven los hilos del poder del mundo dentro de grandes edificios de renombre, aún ellos lo verán, porque así lo dice la Palabra: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.” Apocalipsis 1:7.
Desde una perspectiva individual, a veces posamos nuestras ilusiones de paz en mortales o en situaciones aspiracionales creyendo que con eso lo tenemos todo, como un hogar, una posición de económica y laboral, un modelo de vida idealizado, situaciones que genuinamente no son malas, pero que creemos que al obtenerlas tendremos una paz inquebrantable en nuestros corazones. Pero nada más engañoso que el corazón, como dice el profeta Jeremías en versículo 9 del capítulo 17de su libro. Y así el Señor me lo hizo saber en la última temporada de mi vida, cuando con lazos de amor me hizo entender que nada de lo que yo consideraba importante y elevado era mas significativo que Su presencia en mi vida, me hizo inclusive renunciar a mis modelos de imperfecta paz, para reconocer que en Él está la verdadera paz, esa incomprensible que sobrepasa todo entendimiento y que puede que no modifique nuestra realidad visible pero que nos llena un halo diferente para enfrentar las dificultades que la vida trae consigo.
Hoy reconozco en El mi paz, aún cuando las tormentas llegan todos los días, podría decir con certeza que Él es mi verdadero pacificador, que nada me llena mas de alegría que saberme Su hija, que cada día El tiene misericordias nuevas y milagros sin fin y que si por Su amor he perdido y he dado por basura lo que antes creía me daba paz, todo ha valido la pena.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio. (OLAM)
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