“Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar.” (Habacuc 3:19 RVR1960)
Una columna que leí acerca de las águilas llamó tanto mi atención que quise traerles la historia. Las águilas son aves reconocidas por sus habilidades, como excelentes cazadoras y depredadoras de una gran cantidad de animales pequeños, grandes y medianos.
Estas aves tienen gran tamaño, sus alas son imponentes, sus garras poderosas y sus picos de gran dureza. Es difícil pensar que un animal consideraría la posibilidad de comerse a un águila, pero lo cierto es que si los hay. En el reino animal ninguna especie, por poderosa e imponente que sea, está fuera del alcance de los depredadores oportunistas. Cuando esta ave se mantiene en el aire no hay otro animal que pueda detenerla, pero al acercarse a la superficie, su vulnerabilidad aumenta considerablemente. El único pájaro que se atreve a picotear a un águila es el cuervo, se posa sobre su espalda y le picotea el cuello. Sin embargo, el águila no responde, ni lucha con el cuervo; no gasta tiempo ni energía con su atacante, simplemente abre sus alas y comienza a elevarse cada vez más alto en los cielos. Cuanto más alto es el vuelo, más difícil es para el cuervo respirar, por lo que cae a falta del oxígeno.
¿Alguna vez has pensado hasta dónde eres capaz de subir? Una vez alguien me dijo que yo estaba en las alturas con Dios y no lo entendí. Dios pensó y planificó un lugar de altura, separado con nuestro nombre. Para llegar a ese lugar debemos experimentar diferentes procesos que llevaremos con éxito sólo dejando que Dios nos guíe y nos de la sabiduría y la agilidad para sobrellevarlos, sin preocuparnos por los cuervos que se cuelgan en el camino, sabiendo que nuestro llamado es andar en las alturas para verle cara a cara y experimentar el olor fragante de Su presencia, que nos llama a vivir una historia de poder, obediencia y amor, llenos de Su unción.
Cuando nos determinamos a subir, debemos saber que todo lo que necesitamos lo tenemos en Dios. Él es nuestra fuente de poder, de fuerza y de sabiduría. Nos llama a levantarnos del suelo, donde somos vulnerables a ser atacados por los depredadores y dirigirnos a las alturas junto a Él. Es por eso que el apóstol Pablo, luego de analizar y ver cómo había podido vivir su vida en los diferentes momentos, desde aquellos en los que experimentó escasez y debilidad hasta los llenos de abundancia y plenitud, puede afirmar: “Todo lo puedo hacer por medio de Cristo, quien me da las fuerzas.” (Filipenses 4:13). Es en Él, en quien tendremos la fuerza para continuar nuestro viaje, y elevar el vuelo hasta ese lugar que lleva nuestro nombre. “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” (Isaías 41:10 RVR1960)
Volar hacia ese lugar alto no es fácil y en nuestras fuerzas es imposible, pero en Él todo es posible: “Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará.” Salmos 37:5 RVR1960. “¡Así que sé fuerte y valiente! No tengas miedo ni sientas pánico frente a ellos, porque el Señor tu Dios, él mismo irá delante de ti. No te fallará ni te abandonará.” (Deuteronomio 31:6 NTV)
Es en la presencia de Dios donde estamos seguros y Él habita en las alturas. El lugar de tristeza, depresión, desesperación, temor o miedo, es abajo, por eso es necesario subir a la presencia de Dios. En su presencia eres cuidado, nutrido, fortalecido. El rey David lo llama: “mi alto refugio”, “Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.” (Salmos 18:12 RVR1960).
¡Haz lo tuyo también! Contrario a lo que muchas personas consideran refugios, lugares bajo tierra, escondidos o aislados, Dios quiere que subas. Tu lugar de mayor seguridad es en las alturas. Allí en lo alto, el enemigo NO puede tocarte. Allí está la atmósfera de la presencia y el poder salvador de nuestro Dios, el cual para el enemigo es inaccesible. ¡ELÉVATE SIN TEMOR!
Devocionales Refúgiate en Su Palabra – Casa de Refugio (LPGF
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