Juan 1:12 LBLA: «Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre”.
Cuando hablamos de identidad nos referimos al conjunto de rasgos o características de una persona que le permiten diferenciarla de otra. Como identidad de una persona podemos señalar su nombre y apellido, su número de identificación, el nombre de sus padres y su profesión, particularidades que la hacen diferente a otra.
Como hijos de Dios tenemos una identidad basada en lo que somos en Él y en lo que Él ha dicho sobre nosotros, no sobre lo que pensemos, mucho menos lo que sintamos y nada más alejado que lo que el mundo nos dice. No hay nada en el mundo que nos dé una identidad similar a la de hijos de Dios, ni el éxito, ni una carrera, ni el dinero o un cargo nos podrán dar la convicción de un para qué real y con sentido, un camino seguro y con un destino feliz.
Diariamente en nuestra vida, nos podemos encontrar con situaciones que nos obligan a recordar quienes somos, por eso hoy te invito a recordar lo que el Señor ha dicho sobre tu identidad en Él.
Somos hijos del Rey del Universo y sus coherederos: «Ahora ya no eres un esclavo sino un hijo de Dios, y como eres su hijo, Dios te ha hecho su heredero”. (Gálatas 4:7 NTV)
No importa lo que fuimos, al recibirlo, Él hace algo nuevo en nosotros: “Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado; ¡una nueva vida ha comenzado!”. (2 Corintios 5:17 NTV)
Somos ciudadanos del cielo: “En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, donde vive el Señor Jesucristo; y esperamos con mucho anhelo que él regrese como nuestro Salvador”. (Filipenses 3:20 NTV)
Somos amados: «Dios nos dio muestras de su amor al enviar al mundo a Jesús, su único Hijo, para que por medio de él todos nosotros tengamos vida eterna. El verdadero amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo, para que nosotros fuéramos perdonados por medio de su sacrificio”. (1 Juan 4:9-10 TLA)
Somos santos (apartados para Él): “Pero ustedes son miembros de la familia de Dios, son sacerdotes al servicio del Rey, y son su pueblo. Dios mismo los sacó de la oscuridad del pecado, y los hizo entrar en su luz maravillosa. Por eso, anuncien las maravillas que Dios ha hecho”. (1 Pedro 2:9 TLA)
Somos hechos por Dios para hacer buenas obras: “Pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas”. (Efesios 2:10 RVR95)
No soy lo que otros dicen que soy, no soy lo pienso que soy, soy lo que dice el Padre que soy y esa es la verdad. Dios nos hizo en el vientre de nuestra madre, nos dio un nombre que conoceremos en el cielo, un propósito y una vida. El valor nos lo dio Él y es mucho más allá de lo que el mundo puede entender. Por eso cuando te sientas solo, triste, frustrado, engañado, injustamente tratado, fracasado o menospreciado, recuerda que vales tanto para el Rey del universo que dio su vida por ti, para que gozaras de una nueva vida y una nueva identidad.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (GV)
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