En Dios, Mi Familia Florecerá
2 Samuel 12:16-24 RVR1960: “20 Entonces David se levantó de la tierra, y se lavó y se ungió, y cambió sus ropas, y entró a la casa de Jehová, y adoró. Después vino a su casa, y pidió, y le pusieron pan, y comió… 24 Y consoló David a Betsabé su mujer, y llegándose a ella durmió con ella; y ella le dio a luz un hijo, y llamó su nombre Salomón, al cual amó Jehová”
 
Quiero iniciar con esto que el Señor ha marcado en mi caminar junto a Él y son las prioridades, una de ellas es mi familia, la cual, debe ocupar el segundo lugar en mi vida, ya que el primero siempre lo debe ocupar mi Señor Jesucristo, mi Dios, como dice la palabra en Marcos 12:30: “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento”.
 
Con esto en mente, Dios me llevó a pensar también en la actitud que David toma una vez ha muerto su hijo enfermo y que finalmente contraría a todos sus siervos. Aunque no tengo hijos, solo puedo imaginar lo difícil que debe ser esta situación, pero si puedo entender lo que es tener un familiar enfermo y también lo difícil que resulta saber darle el lugar que le corresponde a Dios en medio de esos tiempos de enfermedad en nuestra familia. Dios me indicaba que David es un hombre entendido y en medio de su dolor, él no se apoya en su propia prudencia, sino que corrió apresuradamente a la presencia de Dios, para hallar descanso y consuelo en Él; una vez allí adorar. Todo esto sucede porque David tenía claras sus prioridades. Dios nos pregunta, ¿soy prioridad para ti?, ¿ocupo el primer lugar en tu casa?
 
Tomando el verso 24, Dios me mostraba que cuando están en orden las prioridades en mi vida, voy a poder consolar a mi familia para hacerla florecer, porque ha sido regada primeramente en la presencia de Dios. Muchas veces intentamos hacer de todo en nuestras propias fuerzas para consolar, dar consejos fuera de su palabra, orientar sin la mirada puesta en Cristo, etc., Lo que finalmente nos termina agotando y sin el resultado que queremos. Debemos primeramente ir a la presencia de Dios, a la fuente de vida y allí adorar y clamar por toda mi casa, porque el que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente (Salmo 91:1).
 
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (MO)

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