Entrada Triunfal en Jerusalén
Lucas 19: 28-31 LBLA:Habiendo dicho esto, iba delante, subiendo hacia Jerusalén. 29 y aconteció que cuando se acercó a Betfagé y a Betania, cerca del monte que se llama de los Olivos, envió a dos de los discípulos, 30 diciendo: Id a la aldea que está enfrente, en la cual, al entrar, encontraréis un pollino atado sobre el cual nunca se ha montado nadie; desatadlo y traedlo. 31 y si alguien os pregunta: ¿Por qué lo desatáis? De esta manera hablaréis: “Porque el Señor lo necesita”.

En esta entrada triunfal a Jerusalén, Jesús no entró en un caballo, como hubiese entrado un rico, sino en un asno, animal utilizado por las personas más humildes de la época; pero 520 años atrás aproximadamente, el profeta Zacarías lo había profetizado: “Regocíjate sobremanera, hija de Sion. Da voces de júbilo, hija de Jerusalén. He aquí, tu rey viene a ti, justo y dotado de salvación, humilde, montado en un asno, en un pollino hijo de asna” (Zacarías 9: 9). Esta entrada triunfal en Jerusalén representa un cumplimiento profético que marcó el inicio de la última semana de la vida de Jesús en la tierra. Cuando Él entra en un asno, nos está diciendo que tiene el control sobre nuestra necedad, pues el asno es sinónimo de terquedad y la carnalidad de todos los que hemos rendido nuestra vida al Señor, pero todos llevamos un asno por dentro, El Señor quiere decirnos que tiene el control de todo, por lo tanto si así es, descansamos en él pues conoce todo y sabe todo. Nada de lo que pasamos le es indiferente, llora contigo y se goza contigo.

El maestro de Nazareth, mi Maestro, tiene autoridad sobre todo lo creado. Como Dueño del universo toma lo que quiere tomar y desecha lo que no le agrada. Cuando yo no puedo, entonces llega el tiempo en que él se puede glorificar. Además, mis bienes y las posesiones, él las ha puesto en mis manos y esos recursos, dones y talentos, debemos utilizarlos para su servicio y hacer la voluntad de Dios en la tierra, para que sus planes, proyectos y propósitos se cumplan en nuestras vidas, para impactar al mundo con la obra que Dios quiere hacer a través de mí.

Este pasaje me ha recordado cuando he salido con mis nietos, las personitas que más amamos y que nos llenan de tanto amor. Mi nieto Elías, cuando vamos a algún lugar de compras, coge su carrito y va añadiendo lo que a él le gusta y cree que podría serle útil, siendo tan sólo un niño de 3 años, nos enseñan tanto, dice “abuelita llevo estas cosas porque las necesito”, en otras palabras, me son necesarias, me son útiles, las requiero. Hoy mi Jesús me dice: Sírveme, predica, habla de mí, “porque te necesito”, me eres útil, me haces falta, para ganar las almas que necesitan de mi amor, del plan de salvación, de mi perdón y de la sanidad que solo Yo puedo impartirles. Dios me quiere a mí y a ti, me son útiles, son instrumentos en mis manos para trabajar en mí Reino porque ganarás las almas perdidas en sus delitos y pecados y por cada alma que le reciba, habrá fiesta en los cielos, y mi Cristo reirá de gozo.

V.31: “y si alguien os pregunta: ¿Por qué lo desatáis? De esta manera hablaréis: Porque el Señor lo necesita”. Nuestro Dios nos llama por nombre propio para servirle en Su Obra, nos necesita, no cerremos el corazón, él nos desata para usarnos poderosamente y recoger la cosecha de los últimos tiempos. Los campos están listos para la siega, las almas están a la espera de que abras la boca y Dios la llenará de Su Palabra, porque si no lo haces las piedras hablaran.

Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (LN)

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