Equipados para forjar Lazos de Amistad
Hoy quiero contarles la historia de un hombre a quien de cariño todos le llaman: “el viejo Kike” a través de una alegoría.
 
Desde pequeño siempre disfrutó de gran facilidad para interactuar con otros niños a su alrededor, por su extrovertida personalidad y actitud alegre, no tuvo muchos problemas para ser un chiquillo amiguero. Sin embargo, con el pasar de los años, el viejo Kike notó que cada vez era más difícil hacer amigos; la gente no era tan alegre y descomplicada como en sus años de infancia, detectó que cargaban cosas que de chicos, nunca se habían presentado. Impaciencia, intolerancia, falta de perdón, estrés, falta de gozo, egoísmo, vanidad, ambiciones desbordadas y falta de moral, propia de la ausencia de Dios en la vida, cuando no hay ningún contacto con él, cuando se camina por la vida dándole la espalda.
 
Tan notorio era el cambio de la gente, que el viejo Kike empezó a contagiarse de muchas de esas actitudes y en ocasiones le salían a flote. Una noche, el viejo Kike meditaba sobre estas cosas, decidió tomar su biblia y leer el siguiente pasaje:
 
1 Tesalonicenses 5:15-18 NVI: “15 Asegúrense de que nadie pague mal por mal; más bien, esfuércense siempre por hacer el bien, no solo entre ustedes, sino a todos. 16 Estén siempre alegres, 17 oren sin cesar, 18 den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús.”
 
Kike dedicó unos minutos para orar al Padre y se acostó a dormir. Al instante, vio cómo toda la habitación se iluminaba y una figura como la del Hijo del hombre que le decía: “he visto tu preocupación de que quieres ser un verdadero amigo, ves cómo la gente se pierde sin mí, pero no te preocupes, yo te enseñaré, enviaré tres compañeros que te visitarán y te indicarán qué hacer”; luego la habitación volvió a estar como de costumbre. No pasaron más de cinco minutos cuando alguien tocó a su puerta, al abrir, era un niño muy alegre. El viejo Kike al verlo, sintió una inmensa alegría y el niño le dijo: “hola soy el gozo del Señor”, así que salieron a recorrer las calles, la alegría era indescriptible, y el niño le explicaba que en la vida habrá situaciones de muchos matices, pero que el gozo del Señor siempre sería su fortaleza, porque no depende de las circunstancias de la vida, sino que a pesar de ellas, el gozo del Señor permanece y nos a tener lazos sanos de amistad y a ayudar a los amigos.
 
Al poco tiempo de estar reunidos, el niño tomó un bus, se despidió y se fue. Estando en la parada, el viejo Kike sintió que alguien le tocó el hombro, era una mujer mayor con una gran sonrisa y una voz muy amable, le dijo que se llamaba: oración. Se fueron caminando a un parque cercano, se sentaron en una banca, y doña oración le explicaba que a veces la gente actúa de manera errada porque no tienen a Dios en su corazón, pero que la oportuna oración, aquella sincera, puede cambiar vidas, y lo alentó a no ignorar sus pensamientos y sentimientos y entregarlos todos al Señor, así Él los moldearía, como el buen alfarero que es. También le indicó que orara siempre por las necesidades de otros; luego de esto aquella mujer se despidió y se fue.
 
El viejo Kike caminaba y mientras pensaba en lo que le dijeron gozo y oración, notó que a un señor se le había caído su sombrero, lo recogió y se lo entregó, aquel señor le dio las gracias, y se presentó: “mucho gusto mi nombre es agradecimiento, te estaba esperando viejo Kike”. Aquel hombre repartía sopa a personas sin hogar, mientras juntos servían, agradecimiento le decía al viejo Kike que es importante siempre agradecer a Dios por todo, porque esto siempre nos recordará que todo lo que somos y lo que tenemos viene de Dios, porque toda buena dádiva y todo don perfecto vienen de Él. Cuando ya no quedó nada más en la olla para repartir, el viejo Kike se despidió, se fue a casa, sacó de nuevo su biblia y leyó de nuevo el pasaje, mientras meditaba se durmió. Al despertarse, recordó todo lo que gozo, oración y agradecimiento le enseñaron, que estas son poderosas herramientas para tener intimidad y comunión con Dios, para ser llenos de amor, ser bendición para los demás, tener sanos lazos de amistad y nunca devolver mal por bien.
 
Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio – JENM

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