La vida en Cristo requiere pasión. Jeremías 33:3 nos dice: “Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”.
Un Clamor hace referencia a una oración que se eleva a aquel que todo lo puede con la esperanza de ser escuchado. Sin embargo, clamar no es fácil para muchos, porque se requiere humildad para reconocer que necesitamos ayuda. También requerimos convicción en un Dios Todopoderoso que nos escucha y, además, la necesidad de reconocernos perdidos y rescatados por un Salvador a quien le debemos nuestra vida y todo lo que tenemos. Para clamar, como para todos los asuntos de Dios, requerimos PASIÓN.
Esto me lleva a meditar en que nos falta pasión para llevar a cabo su obra y para vivir el día a día. Somos apasionados para muchas cosas menos para los asuntos de Dios. Cuando queremos defender a alguien cercano no tenemos problema en dejar a un lado nuestra elegancia para hablar sin tapujos y sinceridad, pero muchas veces nos reconocemos “tímidos» para hablar o defender de una ofensa nuestra fe y la persona de Jesús. O, por ejemplo, cuando vemos un partido de fútbol afloran todas nuestras emociones, sin vergüenza cantamos a grito herido el gol del equipo de nuestra preferencia, o si vamos a un concierto, cantamos con energía y ahínco todas las canciones que nos sabemos sin percatarnos del que dirán…, pero que oso es cantar una alabanza o danzar para el Rey.
Por encontrar más «dignas» de adoración las cosas del mundo que las de Dios es que postrarnos ante la presencia del Rey y clamar por nuestra situación a veces no pareciera ser «nuestro estilo”. No es coherente nuestra forma de vivir si pensamos así. Pareciera que todos merecen más reverencia que el Dueño del universo y nuestro Creador.
Hoy quiero decirte que esto no se trata de estilos para orar, ni de moderación, se trata de que la vida en Cristo requiere pasión, mucha más que la que demostramos por cualquier otra cosa.
La vida en Cristo necesita determinación para invocar su Nombre, para adorarlo con las mismas entrañas, ¡para mirarlo como el Único Todopoderoso, capaz de cambiar nuestra situación!, ¡nadie más tiene el control de nuestra vida como Él y Él es el único digno de nuestro clamor!
Luchemos por dejar de lado el qué dirán, no busquemos agradar a los demás sino pensemos en agradar a Aquel que nos ha dado todo. Pensar de esta forma da pie para que nos llamen «fanáticos», pero podemos sentirnos alagados mas no ofendidos. Somos «fans» del Único que lo merece. Y como «fans» vivimos consecuentes con lo que creemos, lo que amamos y lo que nos apasiona. La Pasión por Cristo se nota y se contagia, pero la apatía y la tibieza también.
Oro porqué cada día seamos más los «fanáticos» de Cristo y podamos mostrar la grandeza de su amor y las Buenas Noticias de su salvación.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (GVO)
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