En primer lugar está la fe, pues el versículo 3 afirma: “Pon en manos del Señor todas tus obras y tus proyectos se cumplirán;” es muy interesante que la palabra de Dios tenga tan explicita invitación a que cada proyecto de nuestra vida se fundamente en nuestra fe en Dios y no es nuestros planes, intenciones o talentos; posicionando la fe como el principio real de todas las cosas. El Creyente debe entender que su fe es el motor que trae al presente el cumplimiento de sus anhelos, su confianza en Dios es la que determina su futuro, pues el deleite en Dios es la antesala del cumplimiento de los deseos profundos de su corazón. En términos de economía, no hay mejor inversión que la fe, pues derrota el desgaste mental de la indecisión, elimina ese será que sí, o será que nos mengua tanto, dándonos además de paz, la victoria de obtener lo esperado.
En lo personal he aprendido a experimentar el poder de la fe, como la fuerte convicción de lo que espero, y aunque en ocasiones no lo vea, he entendido la necesidad de soltarle en control de mi vida permanentemente, por lo que hoy puedo afirmar que ÉL, es el que me sostiene en momentos difíciles, y justo allí, inmerso en la mitad de la tormenta, es cuando mi Padre Celestial me saca a flote de una forma maravillosa; muchas veces entre risas de ver su extravagante obrar le he preguntado: ¿qué hice diferente esta vez frente a otras situaciones? Y su susurro me confirma: “me entregaste el control, ahora yo soy el capitán de tu barco, creíste, esa es la diferencia”.
Esa inversión de creer en Cristo, jamás deja de producir rendimientos, pues proverbios 16:16: “Más vale adquirir sabiduría que oro; más vale adquirir inteligencia que plata”, de tal manera que aquel que tiene fe para anteponer los caminos de Dios a sus propios caminos se hace sabio, siendo ésta la verdadera riqueza del hombre, el conocer a Dios y obedecerle, tal como lo dijo Salomón en Eclesiastés 12:132 “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre”.
Finalmente, la sabiduría es la que nos guía al disfrute de la vida abundante que nuestro Señor JESUS pagó para nosotros. Ser moldeables y mansos ante la palabra de Dios nos otorga la prudencia que alarga nuestros días sobre la tierra porque: “Fuente de vida es la prudencia para quien la posee; el castigo de los necios es su propia necedad.” Dice proverbios 16 en su aparte 22.
Apliquemos hermanos esta fórmula ganadora, mediante la fe soltemos el control de nuestras vidas a Dios en todo, haciendo sus obras en todo cuanto vivimos, durante la alegría y la pena, para que podamos disfrutar de la vida verdadera que tenemos en Él, por su infinito amor y misericordia.
Devocionales Refúgiate en su Palabra – Casa de Refugio- FJCG
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