Fidelidad, Promesa del Pacto

Génesis 28: 10-19 LBLA: “Y salió Jacob de Beerseba, y fue para Harán. Y llegó a cierto lugar y pasó la noche allí, porque el sol se había puesto; tomó una de las piedras del lugar, la puso de cabecera y se acostó en aquel lugar. Y tuvo un sueño, y he aquí, había una escalera apoyada en la tierra cuyo extremo superior alcanzaba hasta el cielo; y he aquí, los ángeles de Dios subían y bajaban por ella. Y he aquí, el Señor estaba sobre ella, y dijo: Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abraham y el Dios de Isaac. La tierra en la que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. También tu descendencia será como el polvo de la tierra, y te extenderás hacia el occidente y hacia el oriente, hacia el norte y hacia el sur; y en ti y en tu simiente serán bendecidas todas las familias de la tierra. He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que vayas y te haré volver a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he prometido. Despertó Jacob de su sueño y dijo: Ciertamente el Señor está en este lugar y yo no lo sabía. Y tuvo miedo y dijo: ¡Cuán imponente es este lugar! Esto no es más que la casa de Dios, y esta es la puerta del cielo. Y se levantó Jacob muy de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, la erigió por señal y derramó aceite por encima. Y a aquel lugar le puso el nombre de Betel, aunque anteriormente el nombre de la ciudad había sido Luz.”

En este pasaje vemos cómo Jacob es enviado hacia Harán por su madre Rebeca, cuando se entera que Esaú intentaba matarlo por haberlo engañado para tomar su primogenitura y la bendición de su padre Isaac. Para evitar el enojo y la venganza de su hermano, Jacob sale de esa tierra para no morir y también para encontrar a una esposa y así prolongar el linaje de Abraham.   

Mientras Jacob huye de su hermano hacia la tierra de Harán, se detiene a descansar y pasar la noche en un lugar donde “tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir”. Durante la noche él tiene un sueño con una escalera enorme que llegaba hasta el cielo y por la cual bajaban y subían los ángeles hacia la tierra. Después, ve a Dios por encima de todo, quien le dice: “Yo soy el SEÑOR, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. Tu descendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra”. De la misma manera Dios continua para hacerle una hermosa promesa: “Yo estoy contigo. Te protegeré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido”. Al despertar de su sueño, Jacob proclama: “¡Qué asombroso es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!”. 

La visión de Jacob en su sueño hace énfasis en la gracia de Dios. A pesar de su engaño, Dios lo usa como representante de la tercera generación que recibía las promesas del pacto de Abraham, no porque Jacob fuese justo, sino como una prueba del llamado y la fidelidad de Dios. Aunque Jacob no había escuchado antes la voz divina el Señor, la identifica como la voz del Dios de su padre y de su abuelo, permitiéndole hacer suya la promesa y adoptar a Jehová como su Dios. 

Así como a Jacob, nuestro Padre celestial nos regala la gracia a través de su Hijo Jesucristo. Romanos 8:15 LBLA nos dice: “Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”.

¡Recuerda que nuestra meta es cuidar! Cuidar a nuestras generaciones o nuestro legado, y hacer visibles las promesas que Dios por su infinita gracia y misericordia nos ha otorgado. Dios está contigo, te protege donde quiera que vayas y no te abandonará hasta cumplir todo lo que te ha prometido, porque Él es Fiel.

Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (LG)

#Mimetaescuidar

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