La Palabra de verdad nos invita a insistir vehemente en la presencia de Dios para ser escuchados, el Salmo 84, del versículo 8-10 dice lo siguiente: “Señor, Dios de los ejércitos, ¡oye mi oración! Dios de Jacob, ¡escúchame!” Luego hace un llamado a Nuestro Padre para que nos tenga en cuenta y nos mire cual si fuésemos su Unigénito Hijo Jesús; realmente es un llamado a su compasión cuando dice: “¡Míranos, ¡Dios y escudo nuestro, y posa la mirada en el rostro de tu ungido!”. El hijo de Dios debe aprender a “clamar” a su Padre, la bienaventuranza de ser hijo del creador del Universo nos da la potestad de ser escuchados, defendidos y protegidos por Aquel capaz de hacer todas las cosas y la mejor muestra de una fe firme es la oración ferviente, al pie de su presencia, pues nadie suplica y ruega a quien no considera capaz de resolver el asunto.
Así mismo, el Salmo 84 remata en su versículo 10 haciendo un enfático llamado a nuestra CONSTANCIA cuando afirma: “Es mejor pasar un día en tus atrios que vivir mil días fuera de ellos. ¡Prefiero estar a la puerta de tu templo, oh Dios, que vivir en las mansiones de la maldad!” y es en este último aparte donde vamos a hacer especial énfasis.
Para lo anterior, es necesario resaltar lo difícil y dispendiosa que es la labor de ser porteros en la vida secular: años y décadas ejerciendo la misma función, en el mismo lugar; generalmente mal remunerados y expuestos al atropello y desenfreno de los que en dicho lugar moran, habitan o trabajan. Pero entre las muchas características que enmarcan a estos profesionales está la de tener una enorme CONSTANCIA, perseverancia y resistencia frente a la rutina. Así mismo es la vida cristiana, la firmeza del Creyente se manifiesta en su capacidad de resistir la adversidad mientras hace lo que agrada al Señor, 1 de Pedro 3: RVR1960 “Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal”
Cada uno de nosotros debe aprender a amar tanto la presencia de Dios, que no nos importe padecer a fin de disfrutarla plenamente, despreciar toda morada de maldad en la que se ofrezca un placer transitorio es realmente perseverar en la doctrina y en la fe cristiana, porque el verdadero clamor que provoca la manifestación de la compasión de Dios, se genera en una vida que agrada a Cristo.
No nos cansemos de ser los mejores porteros de su templo si las circunstancias así lo ameritan, no desfallezcamos de luchar en su Reino de Amor haciendo el bien que honra su nombre, no renunciemos al proceso de parecernos más a Jesús siguiendo su instrucción exacta depositada en las Escrituras; tal cual lo manifiesta la Palabra en 2 de Tesalonicenses 3:13 “En cuanto a ustedes, hermanos, no se cansen de hacer el bien” Gálatas 6:9 “No nos cansemos de hacer el bien, porque la cosecha llegará a su tiempo si no desfallecemos”
Devocionales Refúgiate en su Palabra – Casa de Refugio. FJCG
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