Efesios 6:10-13 RVR 1960: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”.
Tan pronto profesamos nuestra fe en Cristo entramos a un campo de batalla entre el bien y el mal. Cada centimetro que avanzamos en el camino de la santidad será en medio de este conflicto.
La vida en Dios es un campo de batalla. Dios ha derribado todas las barreras para que su pueblo reconciliado y redimido sea libre y viva en comunión, pero los poderes de las tinieblas tienen una lucha constante contra los planes de Dios. Sin embargo, su palabra nos invita a estar fortalecidos, como lo leíamos: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza”.
Dios nos ha provisto de recursos para luchar la batalla. Si vas a una guerra debes ir provisto de todas las herramientas para pelear. El verso 11 nos dice: «Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo«. Todo cristiano es un soldado en pleno campo de batalla. Sin embargo, somos privilegiados al estar sentados en lugares celestiales con Cristo, pero esto no elimina nuestras luchas. Muchos no estamos apercibidos de que alrededor nuestro se está librando un conflicto con repercusiones eternas, y damos la impresión de que la guerra se acabó, vivimos como si existiera un tratado de paz y no agresión con las tinieblas, pero en realidad, tan pronto como hacemos la paz con Dios y somos trasladados de las tinieblas a su luz admirable, entramos a ser parte activa de una batalla espiritual que libramos hasta el regreso de nuestro salvador Jesucristo, y todos sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.
Cada día de nuestra vida en Cristo pelearemos la buena batalla de la fe hasta que lleguemos al descanso final en la gloria de Dios, por eso su palabra nos invita a fortalecernos en el poder de su fuerza. NO es con nuestra capacidad que podemos librar esta batalla. En la carta a los creyentes de Éfeso, el capítulo 1, Pablo ora al Señor con las siguientes palabras: » Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál es la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la eficacia de la fuerza de su poder, el cual obró en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y le sentó a su diestra en los lugares celestiales, muy por encima de todo principado, autoridad, poder, dominio y de todo nombre que se nombra, no solo en este siglo sino también en el venidero.Y todo lo sometió bajo Sus pies, y a Él lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia». (Efesios 1:18-22 LBLA)
El poder de Dios puede operar a través de nuestra vida, el mismo que operó cuando nuestro Señor Jesucristo venció la muerte, se enfrentó a las tinieblas y resucitó con gloria y con poder. Por tanto, no hay razón para vivir una vida cristiana en derrota y temor, la lucha es fuerte, el enemigo es cruel y poderoso, pero el poder Omnipotente de Dios sigue obrando y no tiene fin, debemos fortalecernos en el Señor y en el poder de su fuerza.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (LG)
Leave a Reply