“así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan” Hebreos 9:28 RVR1960
En el contexto bíblico que antecede al citado pasaje de Hebreos se muestra con detalle el tabernáculo, lugar de adoración y comunión con Dios, un espacio sagrado donde a medida que las personas se iban adentrando se les denegaba el acceso por culpa del pecado, al punto que los sacerdotes de la época eran los únicos que podían entrar al lugar más sagrado y profundo, y tan solo una vez al año; para interceder allí con sangre ajena por sus propias faltas y las del pueblo.
No siendo así ahora, este pasaje explica que Jesús con su muerte se posicionó en el lugar más sagrado del tabernáculo rompiendo así el antiguo pacto; ya que una vez sacrificado, no sería necesario que nadie más intercediera ante el Padre, Él se graduó como el Único y Suficiente Salvador para la humanidad, y no una vez al año o de forma esporádica; lo hizo de forma ilimitada y perpetua.
Ahora, cuando Jesús entra en nuestras vidas, se posiciona en el lugar más profundo de nuestro ser, en el tabernáculo de nuestro corazón; entender este concepto como creyentes le da sentido al poderoso mandato que encontramos en Proverbios 4:23 “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él mana la vida”, las cavilaciones de nuestro corazón evidencian si estamos en vida o muerte espiritual.
Pero, si nuestro corazón ya es de Cristo, ¿Por qué debemos guardarlo? La respuesta podría sorprender a muchos, pues Jeremías 17:9-10 RVR1960 dice: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras”. Si hermanos, nuestro corazón es extremadamente sensible a la contaminación, por eso sus cavilaciones deben responder al consejo del Maestro, siendo la única manera de protegerlo; esa es la razón de estos devocionales “Refúgiate en su Palabra”, porque sin las escrituras, sin la oración y sin el verdadero ayuno, nos será imposible mantenernos en luz. Salmos 119:105 DHH “Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino”
Iglesia, no dejemos entrar al tabernáculo de nuestro corazón lo impuro, ese trono está reservado para nuestro Señor Jesucristo, por lo tanto, nuestros pensamientos deben corresponder a los de un corazón iluminado previamente por el amor de Dios, aquel que une y edifica. Permitamos que nuestras vidas sean dirigidas e inspiradas por el único que ha vivido una vida perfecta, Jesús, aquel digno de ser llamado Admirable Consejero y protejamos nuestro verdadero tabernáculo.
Devocionales Refúgiate en su Palabra – Casa de Refugio. (FJCG)
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