¡Ha Nacido Nuestra Alegría!

Lucas 2: 6-11 NTV: “Mientras estaban allí, llegó el momento para que naciera el bebé. María dio a luz a su primer hijo varón. Lo envolvió en tiras de tela y lo acostó en un pesebre, porque no había alojamiento disponible para ellos. Esa noche había unos pastores en los campos cercanos, que estaban cuidando sus rebaños de ovejas. De repente, apareció entre ellos un ángel del Señor, y el resplandor de la gloria del Señor los rodeó. Los pastores estaban aterrados, pero el ángel del Señor los tranquilizó. -No tengan miedo, dijo-. Les traigo buenas noticias que darán gran alegría a toda la gente. ¡El Salvador -sí, el Mesías, el Señor- ha nacido hoy en Belén, la ciudad de David!

El evangelio de Lucas es el único que nos provee detalles de la antesala al nacimiento de Jesús. La vena científica dotó a este siervo de Dios de la necesidad de investigar los detalles de la historia, aún desde la promesa de venida del Mesías y la preparación de su llegada a través del mensajero, Juan el Bautista, aquel encargado de preparar el corazón de Israel para recibir a su Rey.

Cuando pensamos en cada detalle de esta historia encontramos que El Padre en Su providencia tenía todo bajo control, cada palabra dada a los profetas en el Antiguo Testamento estaba ahí en su Omnisciencia, así que permitió que para esta temporada, saliera un decreto de nuevos impuestos por todo el imperio romano, por tanto era necesario que cada familia acudiera a la ciudad de origen de su casa para registrarse, en el caso de José, por ser descendiente de David, debía dirigirse hacia Belén, pero un propósito eterno había detrás de tales circunstancias:

Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.” (Miqueas 5:2)

Fueron tantas las familias que tuvieron que viajar hacia Belén que al llegar José y María no había dónde hospedarse, entre tantas diligencias había llegado la hora de dar a luz y no se encontró un lugar digno para la venida del Mesías, no más que un establo mal oliente y sin cobertores para arropar al niñito recién nacido. El Rey de Reyes, El Príncipe de Paz, El Deseado de las Naciones había llegado en medio de tal sencillez y humildad para romper con todos los esquemas de este mundo. Nacido de una mujer sencilla, envuelto en las ropas menos dignas para un rey, algo realmente inesperado dada su trascendencia.

Pero Jesús, era el Rey que venía para exaltar al pobre y al humilde. Un ángel se encargó de anunciar el nacimiento a unos pastores, el rango más humilde de la sociedad en aquel entonces. Todo alrededor era pobreza, pero esto no perturbaba a José y María, ellos eran dueños de una promesa: “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.” (Lucas 1:32-33)

La alegría de este nacimiento opacaba cualquier carencia, la alegría que se sentía en este humilde lugar sólo era la primicia de la que sentirían todos los marginados, los pobres y humiles coherederos de tal reino.

¡Nuestra promesa se ha hecho realidad! Buenas noticias que nos han dado gran alegría a todos. A pesar de las carencias que podamos tener en estos momentos, de cualquier índole, NACIÓ EL DUEÑO DE NUESTRA ALEGRÍA. El ángel dio estas palabras a los pastores y son para toda la humanidad, son nuestra promesa hoy hecha realidad: “¡El Salvador -sí, el Mesías, el Señor- ha nacido hoy”.

¿Dónde hemos puesto nuestra alegría? Si las circunstancias y todo lo que nos pasa alrededor logran opacar la alegría del nacimiento de nuestro Redentor en nuestro corazón un día, necesitamos volver a poner nuestra alegría en la promesa que nos fue dada, en Cristo. Si el calor y la sed del duro desierto nos tiene agotados, sólo ÉL, NUESTRA ALEGRÍA, puede hacer brotar agua de la roca y darnos de beber. Sólo si hacemos de él, NUESTRA FUENTE DE ALEGRÍA, podremos atravesar la más densa oscuridad sabiendo que Su Luz nos dirige.

2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (KMR)

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