Cuando leí este versículo vino a mi mente una famosa canción que la gran mayoría de nosotros conocemos, “el negrito del batey», seguramente la hemos cantado o tarareado en muchas ocasiones; la recordé por estas palabras “el trabajo para mi es un enemigo… porque el trabajo lo hizo Dios como castigo”; y es que no es culpa enteramente del negrito, ni más faltaba, esto es sólo el reflejo de un pensamiento general de nuestra sociedad, en el que el trabajo es visto como algo malo, aburrido, es algo que TOCA hacer y una carga para todos.
La palabra de Dios es Verdad y esa verdad nos dice algo completamente diferente. En esta porción de Colosenses, el Señor nos pide hacer TODO de buena gana; no sólo el trabajo que nos da el sustento y para el que nos preparamos, sino también el trabajo o servicio para la casa de Dios, porque no lo hacemos para nadie, lo hacemos para Él. Esto me llevó a hacerme varias preguntas, ¿realmente TODO lo que hago, lo hago como para Dios?, ¿lo hago con gusto?, y si se trata de algo adicional al trabajo secular que me piden hacer para servir al Señor, ¿reniego?, porque si el problema está desde la base de lo que pienso, nunca voy a poder disfrutar mi trabajo terrenal cuando tengo dificultades con el celestial.
Nuestro trabajo es una bendición, sea el que sea, Dios lo ha dispuesto por un propósito claro en nuestro proceso, a pesar de la dificultad o a pesar del jefe que no nos gusta, tenemos que respetar la autoridad porque » no hay autoridad que Dios no haya dispuesto» (Romanos 13:1), pero principalmente debemos hacerlo todo con algo en mente: ES PARA DIOS, y en esto radica la excelencia de lo que hago.
Hoy el Señor nos pide mirar con el ángulo correcto este aspecto de nuestra vida y descubrir cuál es el verdadero propósito que tiene Él para cada uno de nosotros en el lugar donde nos ha colocado en nuestros oficios diarios.
Devocionales Refúgiate en Su palabra, Casa de Refugio (GJ)
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