Estos son tan solo 4 ejemplos que encontramos en Marcos 1:25-42, nos hablan sobre el poder sanador de Jesús, lo sorprendente que es nuestro Dios; que sanó ¡hasta la suegra de Pedro!, pero más allá de qué o a quién, recordar estas historias me lleva a reflexionar si realmente soy consciente del alcance del poder sanador de Dios, o si cuando se presenta alguna enfermedad, alguna situación, algún procedimiento médico o diagnóstico, esa verdad titubea en mi mente.
Generalmente, lo primero que hacemos es pensar en lo que no es bueno, bondadoso, lo que no es puro y casi siempre optamos por tener un enfoque fatalista, desconfiando un poco de lo que puede hacer nuestro Dios. En estos versículos vemos que, solo con hablar, con tocar, con algunas pocas palabras, Jesús realizó sanidades increíbles, sólo con tomar de la mano a la suegra de Pedro fue sana.
La invitación de hoy es para que tomemos la mano de Jesús cuando nuestra salud necesite de su intervención, para que nunca desconfiemos del poder sanador de Dios y tengamos presente que Él es el Hacedor de todas las cosas, en Él hay poder y nuestra situación, por adversa que parezca, con el peor diagnóstico posible, si está en Su voluntad, será utilizada para glorificarse.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (GJ)
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