Hijos, pero también Siervos
Lucas 19: 13, 15 RVR1960: “Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo.” … “Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno.”
 
En esta parábola nuestro Padre nos enseña cómo debe ser nuestra actitud durante la espera de su regreso. Aquí se nos habla de diez minas que le fueron entregadas a 10 siervos, una para cada uno. También hace referencia a la rebelión de los ciudadanos de esa región, que no querían que ese rey reinara para ellos. Sin embargo, vemos como el rey regresa y cada uno de los siervos a los que le fue dada una mina, debe dar cuenta sobre que hizo con ellas.

Con las diez minas que se entregaron a cada uno, podemos entender el evangelio del reino que se le da a cada persona que profesa o que se identifica como un hijo de Cristo, la misma palabra es dada a todos, para que nosotros creamos y podamos ser salvos.

Cuando nuestro Señor regrese, Él nos va a recompensar de acuerdo con nuestra fidelidad. Vemos que los siervos infieles fueron aquellos que pensaron que debido a que su maestro era tan poderoso, Él no necesitaba su ayuda, pero esto no se trata de si Él necesita mi ayuda o no; se trata de obediencia y cuando es dicho que el rey les pide que negocien, se nos hace referencia a la gran comisión. Y es aquí cuando viene a mi mente ese tipo de preguntas que nos hacemos acerca de ¿cuál es la voluntad de Dios para mi vida?, ¿qué es lo que Dios quiere para mí vida? Realmente si lo vemos es muy claro, Él quiere que negociemos entre tanto que Él regresa. Dice la palabra de Dios Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todo lo demás será añadido; esas preguntas que nos hacemos como creyentes giran muchas veces en torno a lo que es la “añadidura”, cuando la añadidura no es mas que la consecuencia de buscar primeramente el reino de Dios, de trabajar en los negocios de nuestro Padre antes que cualquier cosa. Porque en esta parábola no se habla de hijos, como en otras parábolas, aquí se habla de nuestra relación con Dios, pero como siervos. Somos sus hijos, pero el quiere que lleguemos a ser siervos.

El evangelismo hace hijos de Dios, y el discipulado hace siervos a los hijos de Dios. Hay quienes son hijos de Dios; son buenos hijos de Dios, pero no han llegado a ser siervos, son salvos, pero no trabajan en que los demás conozcan de esa salvación. Nosotros podemos ser hijos y siervos a la vez, así como el puede ser nuestro padre y nuestro amo a la vez. Pablo dijo yo soy siervo, Pedro dijo yo soy siervo, Juan dijo yo soy siervo, Santiago dijo yo soy siervo; ellos eran hijos y fueron salvos por la gracia, pero ellos también eran siervos y es de esa forma como se identificaban.

Nuestra porción en la gran comisión es lo que representa esa mina. “CO” en el latín viene de dos, de allí a que esta palabra se refiera a las dos misiones que nos fueron dadas, CO-MISIÓN, dos misiones, que son el predicar y el enseñar, proclamar y explicar la palabra de Dios. Nuestras dos misiones son evangelizar y discipular, esa es nuestra comisión.

Él rey reclama a quien no hizo nada, por ni siquiera meter su dinero en el banco para generar intereses. Y en este punto ese banco al que se refiere lo podemos ver como esa iglesia local, en que el Señor nos ha plantado, nuestra iglesia. Para el Señor lo mínimo, es que sirvamos allí, la inversión segura, la inversión que va a la fija. En la iglesia en la que hemos sido plantados en obediencia al mandato de congregarnos, creo que las otras formas de multiplicar esas minas y de responder con mas al Señor, es sirviendo desde otros ámbitos de nuestra vida, desde nuestra casa, desde nuestro trabajo, amistades, otros escenarios en los que podemos ser activos, con relación a esto que nos ha sido dado.

Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (CL)

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