“Y David temió a Dios aquel día, y dijo: “¿Cómo he de llevar a mi casa el Arca de Dios?” Y no trasladó David el Arca a su casa, a la ciudad de David, sino que la llevó a casa de Obed-edom, el geteo. El Arca de Dios estuvo tres meses en la casa de la familia de Obed-edom; y bendijo Jehová la casa de Obed-edom, y todo cuanto tenía.” (1 Crónicas 13:12-14 RVR95)
La biblia siempre nos plantea la practicidad de los preceptos divinos y las consecuencias de vivir en ellos. Ahora que TODOS somos Templo del Espíritu Santo y necesitamos la conciencia de que Su presencia habita con nosotros ¿en qué dimensión vamos a vivir, en el Cabod o en el Icabod? Si hemos decidido vivir en el Cabod de Dios, la evidencia de ello es que nuestra vida, nuestro entorno, nuestra familia, han sido transformados.
Desde que la gloria del Señor abandonó a Israel el peregrinaje del Arca del Pacto duró 20 años (1 Samuel 7:2), el Arca permaneció en la casa de Abinadab, sin embargo, no tenemos evidencia de algún cambio o de algo trascendental que haya pasado en su casa o en su vida, la palabra no nos menciona que él haya sido bendecido o que algo en especial haya sucedido, 20 años y no pasó nada en su vida; entonces, ¿qué ha pasado en la nuestra desde que Su presencia llegó?
Obed.edom significa: “El que sirve a Dios en adoración”. Recordemos que la adoración no es un acto momentáneo limitado a cantar para Dios, es un estilo de vida cuyo propósito es adorar al Señor con TODO lo que hacemos y TODO lo que somos. La vida de este siervo era como un incienso de delicioso aroma en la presencia del rey, tan sólo 3 meses estuvo el Arca en su casa y la biblia nos dice “bendijo Jehová la casa de Obed-edom, y todo cuanto tenía.”
Tres lecciones que podemos aprender de esta historia:
Aquellos en sirven a Dios tienen el privilegio de gozar de Su presencia. Es increíble que ante un principio tan básico aún seamos tan esquivos y perezosos para el servicio al Señor. No podemos esperar recibir la bendición de la presencia transformadora del Señor si estamos en quietud, aislados o dedicados sólo a “nuestras cosas” porque no tenemos tiempo para más, eso nos está robando lo más maravilloso que puede un ser experimentar al servir a Dios, Su presencia.
Es en una vida de adoración dónde la presencia de Dios se manifiesta. Obed-edom no sólo era un siervo de Dios, sino un siervo en adoración y la presencia de Dios llegó no sólo para bendecirlo a él, sino a toda su casa y a todo lo que tenía. La bendición de Dios no tiene límites, los límites los ponemos nosotros por eso El sólo nos pide CREER.
Cuando verdaderamente le damos el lugar de preeminencia a la presencia de Dios en nuestra vida Dios nos pone en el lugar indicado para ministrarle. Una vez cumplido el deseo de David de traer el Arca a Jerusalén, se organizó un lugar para ella y cada uno tuvo su parte para servir con idoneidad (1 Crónicas 15:1-21). Obed-edom tuvo la bendición de ser músico y director. 3 meses la presencia de Dios en su casa y además de ser bendecido en todo, él recibió su ministerio para servir con su talento al Señor. ¿Estás pidiendo un ministerio? Aquí tienes la respuesta.
“… Porque yo honro a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco.” (1 Samuel 2:30 RVR95)
Tiempo de Hablar con Dios: Padre Amado, bendigo tu Nombre, en este día ruego por tener la conciencia, el amor, la reverencia y el anhelo por Tu presencia. Hoy quiero ser transformado, por eso me consagro a Ti, quiero ser un hijo que te sirve en adoración, no quiero perder un día más, así como cambiaste la vida de Obed-edom en tres meses, creo que puedes cambiar mi vida y encaminarme en tu propósito, quiero abrazarlo, quiero apasionarme por el para verte sonreír cada día. En el nombre de Jesús, amén.
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (KMR)
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