“El prudente ve el peligro y lo evita; el imprudente sigue adelante y sufre el daño” Proverbios 27:12 DHH
Sin duda la mejor manera de discernir las verdades bíblicas es entendiendo que viven en nuestra cotidianidad, antes de ayer retomamos con mi hijo Juan Jose de 3 años el entrenamiento en bicicleta que venimos teniendo en todo este tiempo de pandemia; así que, como un buen equipo, nos dispusimos a realizar los ajustes pertinentes a su pequeño vehículo pensando en minimizar el peligro al volante: ajustamos el sillín porque ¡vaya! ¡Creció mucho en dos meses!, tensionamos la cadena, acomodamos la canastilla y lo más importante: “ajustamos los frenos” los adaptamos a la medida de su tamaño y necesidades para ver, entre otras cosas, si dejaba de parar la bici con los pies.
Culminado lo anterior, andamos sobre ruedas en el oscuro sótano de nuestro edificio, lugar que les confieso aprendimos a querer en este inusual tiempo de pandemia; entre el ¡Frena hijo! y… ¡Ahora suéltalo!, pronto Juan José comprendió la importancia del uso moderado y recurrente de la palanca del freno en aras de ir evadiendo el peligro, permitiéndonos disfrutar verdaderamente del recorrido mientras llegaba a mi mente el aparte de las escrituras hallado en Proverbios que dice: “El prudente ve el peligro y lo evita; el imprudente sigue adelante y sufre el daño”. Esta situación específica me permitió experimentar la alegría que siente un padre cuando, luego de haber proporcionado todo lo que su hijo necesita para estar seguro, éste en obediencia va adquiriendo la prudencia y sabiduría que garantiza su bienestar. Tal gozo es descrito en el versículo anterior: Proverbios 27:11 DHH cuando afirma: “Sé sabio, hijo mío, y me harás feliz; así podré responder a los que me ofendan”
La prudencia es, según las definiciones de Oxford Languages: “La Virtud que consiste en discernir y distinguir lo que está bien de lo que está mal y actuar en consecuencia” Discernimiento que, como hijos de Dios, debe ser comprendido a la luz de las Escrituras para lograr actuar en verdadera coherencia con la instrucción divina, evadiendo confiados los peligros del camino y, finalmente, cumplir con el propósito de nuestro Padre Eterno en el lugar y en el momento justo, ni antes ni después.
Pero para que el Señor nos colme con el favor inmerecido de la prudencia y la sensatez requerimos ser necesariamente humildes, como mi hijo Juan Jose, cuando con atención recibió las instrucciones respecto a frenar la bicicleta y diligentemente las puso en práctica; y si existe alegría en el padre terrenal por la sabiduría y la sensatez de un hijo en la tierra, cual más es la dicha de nuestro Padre del Cielo cuando humildemente recibimos sus instrucciones y no titubeamos en ponerlas en práctica, en convertirlas en acción para honra y alegría suya; abriéndose la puerta a mayores bendiciones en nuestro andar, porque bien lo afirman las Escrituras cuando dicen:“Mas con los humildes está la sabiduría” Proverbios 11:2 RVR1960.
Iglesia, que esta nueva temporada en nuestra vida se caracterice por la prudencia y sabiduría que proporciona estar verdaderamente humillados ante el Padre Celestial, nuestro Dios nos instruye diligentemente día a día a fin de evitar que resbalemos, sea pues nuestro entendimiento renovado en Él y sigamos con diligencia su voz.
Señor, te damos gracias por permitirnos comprender el valor de la prudencia; su origen en la humildad y su fin en alegría y honra tuya. Ayúdanos a tener una existencia transformada en ti, en tus mandamientos, en tus lineamientos que en humildad acato y en diligencia pongo en práctica para honra tuya, de mi verdadero Padre tal cual hacen los niños, quienes no se cansan de escuchar a sus padres y obedecerles en impetuosa alegría a pesar de la adversidad, a pesar de los sótanos oscuros y las extrañas adversidades que les depara la vida te lo pedimos y suplicamos Señor Amén y amén.
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (FJCG)
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