“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” Romanos 8:31-32 RVR1960
La Palabra de Dios contenida en las Escrituras hacen de la Biblia el texto por excelencia, único e infalible; es su literatura la combinación maravillosa de géneros con una introducción, un nudo y un desenlace perfecto; crónicas que se entretejen majestuosamente haciendo honor a sus protagonistas (Padre, Hijo y Espíritu Santo) manifiesto cuyo fin es inspirarnos en la única verdad, para que esa obre en nuestras vidas a sabiendas que las personas anhelamos ser como los protagonistas de las historias victoriosas que nos inspiran.
Son las Escrituras la luz en la oscuridad, precepto bíblico que he aprendido a vivir con el paso de los años, desde aquella época en que atravesé por un episodio de ansiedad, temiendo lo que el futuro habría de depararme y me topé de repente, por la gracia de Dios, con una Biblia que se hallaba exhibida en un atril en casa a razón de decoración, la cual abrí curiosamente y me choqué de frente con Romanos 8:3, cuando en su versión Reina Valera 1960 Pablo afirma: “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” Inmediatamente la ansiedad y el temor se empezaron a disipar a la vez que me imaginaba a Dios a mi lado, con su mano firme sobre mi hombro mientras me decía con apacible voz: <Si no te apartas de mí, nada te va a pasar> yo me sentí respaldado, mi visión cambió, al igual que la de un niño con pesadillas que despierta en medio de papá y mamá. He hecho de aquellas palabras un lema de mi vida y no hay momento de confusión que pueda resistir a meditación de esta verdad.
En Romanos 8:32, el cual complementa el citado en el párrafo anterior diciendo: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” comprendiendo a cabalidad que: ¿cómo no nos va a entregar Dios lo que anhelamos? si de hecho ya nos entregó lo que para Él era lo más preciado; su Unigénito Hijo, eso sería como pensar que nuestro Señor se empeña en negarnos un vaso de agua a sabiendas que Él es el creador y dueño de cada gota de aquel preciado líquido hallada en el universo; Él no tiene límites en su generosidad con sus hijos, no obstante, nuestros deseos fluctúan conforme oscila nuestro estado ánimo, y si no conocemos a ciencia cierta qué pedir no vamos a estar conformes con lo que recibimos porque el asunto no es falta de provisión; sino falta de fe, de allí la importancia de tener claro qué deseo en Dios para mi vida y enfocarnos siempre en ello, con oración e inspirado en las Escrituras, ya que la combinación de estas son la manera ideal de mantener un enfoque divino, una forma de mantenernos firmes en el debido proceso y una manera de reenfocar mis deseos con los anhelos de Dios.
Señor, te damos gracias por permitirnos comprender que el hecho de mantenernos, así sea un par de días alejados de tu Palabra, es desenfocarnos; gracias por permitirnos comprender que tu Palabra hallada en las Escrituras es y será la autopista perfecta hacia tu propósito; gracias por ser el autor de nuestra fe, permítenos jamás titubear con el oropel del mundo. Amen y amén.
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (FJCG)
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