“Jabes fue más ilustre que sus hermanos, al cual su madre llamó Jabes, diciendo: Por cuanto lo di a luz con dolor. Invocó Jabes al Dios de Israel diciendo: Te ruego que me des tu bendición, que ensanches mi territorio, que tu mano esté conmigo y que me libres del mal, para que no me dañe. Y le otorgó Dios lo que pidió.” (1 Crónicas 4:9-10 RVR95)
En el trascurso de la vida todos los seres humanos estamos sujetos en algún momento a una “Y”, y ¿qué es una “Y”? es una decisión importante que conduce a dos destinos diferentes que determinan algo transcendental para nuestro futuro.
Esta hermosa historia, ocupa apenas 2 versículos de la biblia, lo suficiente para mostrarnos la grandeza de un hombre que pudo cambiar el ritmo de su vida y levantarse por encima de las circunstancias y llegar al propósito trazado para él.
Este hombre hace parte de la genealogía de la Tribu de Judá, su nombre significa: “nacido con dolor”. Recordemos que, el significado de los nombres para los hebreos era muy importante porque definía la identidad de una persona, el nombre era el sello que distinguía el destino de alguien. Así como la tradición judía sugiere que la lengua hebrea fue la escogida por Dios para transmitir su mensaje a la humanidad, por esta razón los nombres bíblicos tienen un significado especial para los israelitas.
Crecer escuchando que fuiste la causa de dolor de tu madre no debe ser muy agradable, por tanto, Jabes tenía dos caminos por delante, se enfrentó a una “Y” en su vida, por un camino podía quedarse haciendo honor a su nombre y ser un fruto de dolor, o por el otro proyectarse a lo que Dios quería para su vida. Veamos cuál fue su decisión:
Lo primero que hizo Jabes para cambiar su destino fue “invocar el nombre de Dios”. El Dios que había hecho pacto con su nación, el Dios de sus antepasados. Es posible que Jabes se identificara con Jacob, quien creció escuchando que era un usurpador, pero peleó por su bendición y su destino fue reformado.
Identificando su raíz, pidió que la maldición que había sobre él, fuera cambiada, “Te ruego que me des tu bendición”. Quitar el estigma de su vida para convertirse en una bendición. Jabes no estaba dispuesto a ser un instrumento de dolor, él quería ser un instrumento de Dios para su pueblo.
Jabes pidió a Dios que ensanchara su territorio con una influencia mayor. Él tenía una visión para su vida y su nombre no encajaba en ella, hacer realidad ese sueño le dio vida, una persona que sueña los sueños de Dios se ensancha.
Pidió poder, “que tu mano esté conmigo”. Si hay algo que realmente necesitamos en este tiempo, es el poder de Dios sobre nosotros. El reino de los cielos avanza y es necesario que fluyamos en el poder de Dios para extenderlo, no sólo para librar nuestras batallas.
Finalmente, pidió la protección de Dios “que me libres del mal, para que no me dañe”. El corazón de Jabes no estaba marcado por las palabras de las personas que repetían su nombre, estaba marcado por el sueño de Dios para su vida.
“Y le otorgó Dios lo que pidió…” Una decisión que marcó para siempre su destino, Jabes llegó a ser el más ilustre de todos sus hermanos, se convirtió en un maestro de la ley, 1 Crónicas 2:55 nos revela que una ciudad llevó su nombre. Llegó a ser un padre espiritual que dejó huella en su pueblo.
¿Qué decisión debemos tomar hoy, en Dios, para cambiar el rumbo de nuestra vida?
KMR – Casa de Refugio
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