Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.
(Juan. 13:34-35)s
Este es sin lugar a duda y en mi concepto muy personal un extraordinario mandamiento con promesa, pues no solamente contiene la invitación sublime del Señor Jesús a amar desde su óptica muy particular y maravillosa: “Que os améis unos a otros; como yo os he amado”, sino que con la practicidad extraordinaria que lo caracteriza, nos deja ver cual será la consecuencia necesaria de practicar su Amor: un testimonio poderoso e irrefutable que lleve al conocimiento de Dios a quienes nos rodean. Es realmente sorprendente que la esencia de la vida del hombre y de su propósito se pueda resumir en veinte palabras y con la sencillez de la expresión “ unos a otros”, nótese que en ningún lugar se pone limite a la manifestación del amor, ni se le enmarca bajo ningún contexto, para Jesús somos todos hermanos, parientes, padres e hijos; una gran familia en Él. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. (Mateo 12:48-49). Hoy estamos siendo retados a amar al prójimo menos cercano, con el mismo fervor que amamos a nuestra familia de sangre, es tiempo de extender nuestro amor más allá de los lazos de parentesco, de nuestros círculos entre paisanos, regiones y demás, solo así el mundo entero sabrá que somos una sola familia unida en torno a Cristo y que puede hacer parte del amor que allí se manifiesta.
Y Cada vez profundizamos más en la esencia de la vida, nuestro Señor Jesús continúa invitándonos a derramar Amor ahora sobre nuestros enemigos, algo utópico y extraño si lo vemos con los ojos del mundo, ¿cómo amar a aquel que me ha hecho daño? Y lo más insólito, ¿debo amarlo como me amo a mi mismo?, la respuesta es sí hermanos, el Señor dijo: “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44). He meditado que por difícil que parezca, nuestro Dios no nos impone cargas que no podamos sobrellevar, y esto me hace concluir que hemos sido dotados con todo lo que necesitamos para amar a nuestros enemigos, el Espíritu Santo esta en nosotros, no es un imposible, hace parte de nuestra esencia en Dios esta capacidad, ahora se trata de creerlo y practicarlo, que no termine esta semana sin que manifestemos nuestra bondad y amor con aquel que nos ha causado heridas.
Son estas cortas líneas un llamado a romper las barreras que pretenden limitar el disfrute de la esencia de la vida: el Amor. Sirvamos y amemos aún al que todavía no conocemos, que la luz del amor de Cristo resplandezca en nosotros e ilumine al mundo, sacando de la oscuridad a quienes no han podido disfrutar de la poderosa obra de la Cruz, símbolo eterno del más perfecto amor.
FJCG Casa de Refugio CdR
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