En un mundo cada vez más individualista, este pasaje bíblico nos inspira a ser compasivos y empáticos con aquellos que nos rodean, demostrando amor y generosidad hacia ellos. A menudo, nuestra cultura se centra en logros y metas personales, y puede ser fácil descuidar la necesidad del servicio hacia los demás, pero este versículo nos recuerda que nuestros actos de bondad y compasión son un sacrificio que es gratificante a los ojos de Dios.
En un momento de mi vida estuve centrada solo en mí, en mis necesidades, esperaba mi salario para comprarme un sinnúmero de cosas materiales que a fin de cuentas no eran tan necesarias, pero cuando llegué a los pies de Cristo, mi Padre me hizo entender que su bondad se debe reflejar a través de nuestros actos, que somos instrumento de bendición para los demás. Al poco tiempo, me rodeó de hermosos jóvenes (de mi trabajo y congregación) y al orar por ellos en lo secreto me fue haciendo saber algunas de sus necesidades y ya se me iba tornando cada vez más difícil pensar solo en mí. Por ello, poco a poco fui buscando estrategias prudentes para ofrecer ayuda.
Cada vez que elegimos ayudar al prójimo, estamos sembrando semillas de bondad que florecerán en nuestra comunidad. Imagina lo que podríamos lograr si dedicáramos un momento al día para hacer el bien.
Además de lo anterior, el mismo pasaje nos habla de la importancia de la ayuda mutua. En muchas ocasiones, no es suficiente con hacer el bien a los demás. Si realmente queremos construir comunidades fuertes, debemos estar dispuestos a unir esfuerzos y trabajar juntos en beneficio de todos. La ayuda mutua es esencial para construir relaciones fuertes y duraderas, y para crear una sociedad verdaderamente unificada en torno a la bondad de nuestro amado Jesús.
¡Dejemos que este versículo nos inspire a ser un poco más generosos y empáticos en nuestra rutina diaria!
Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio (Aiskelly)
Leave a Reply