1ra Corintios 11:23-26 TLA: “Lo que el Señor Jesucristo me enseñó, es lo mismo que yo les he enseñado a ustedes: La noche en que el Señor Jesús fue traicionado, tomó en sus manos pan, dio gracias a Dios, lo partió en pedazos y dijo: «Esto es mi cuerpo, que es entregado en favor de ustedes. Cuando coman de este pan, acuérdense de mí.» Después de cenar, Jesús tomó en sus manos la copa y dijo: «Esta copa de vino es mi sangre. Con ella, Dios hace un nuevo compromiso con ustedes. Cada vez que beban de esta copa, acuérdense de mí.» Así que, cada vez que ustedes comen de ese pan, o beben de esa copa, anuncian la muerte del Señor Jesús hasta el día en que él vuelva.”
Cada domingo escuchamos este pasaje de la última cena de Jesús con sus discípulos, pero hoy quisiera reflexionar sobre lo que sucede en nuestro corazón cuando lo vivimos. Puedo imaginar a un Jesús conmovido, intentando hablar de los secretos del reino con su círculo más cercano, buscando dejar una huella en su corazón y también puedo imaginar ese cara a cara con Jesús de todos los discípulos, excepto uno.
¿Qué estaría pasando por la mente de Judas en ese momento, teniendo al mismísimo Dios en frente y planeando al mismo tiempo su muerte? El recibió lo mismo que los demás discípulos, pero siempre esperó algo totalmente diferente, su corazón estaba contaminado y Jesús lo sabía, aún así lo amo y lo instruyó hasta último momento.
En la vida como creyentes todos pasamos por diferentes etapas. Encontrar los verdaderos motivos por los cuales somos seguidores de Cristo debería ser una de nuestras primeras lecciones, y no darnos cuenta que llevamos años esperando lo equivocado de nuestro Señor, como sucedió con Judas después de caminar tres años a su lado. Cristo es mucho más que una salida subjetiva y caprichosa a nuestros problemas, mirarlo de esta forma sólo nos desvía del verdadero propósito de amar y seguir al Jesús que nos lleva al Padre y que nos amó tanto que fue a la cruz por nosotros, por una reconciliación eterna con nuestro Señor.
Hoy te invito a reflexionar sobre lo que significa ser verdaderamente un cristiano, y ante esto una cuestión, somos cristianos porque ¿esperamos ver real lo que queremos de nuestro Señor, o porque estamos dispuestos a seguir a Jesús pase lo que pase?
Mateo 16:24-25 TLA: “Luego Jesús les dijo a sus discípulos: «Si ustedes quieren ser mis discípulos, tienen que olvidarse de hacer su propia voluntad. Tienen que estar dispuestos a cargar su cruz y a hacer lo que yo les diga. Si solo les preocupa salvar su vida, la van a perder. Pero si deciden dar su vida por mi causa, entonces se salvarán.”
No somos cristianos por decir simplemente que seguimos a Jesús, porque a veces nuestros actos manifiestan que estamos en contra de todo lo que Él representa. Somos cristianos por reflejar con nuestra vida que le seguimos y eso implica, como lo dice su palabra, olvidarnos de hacer nuestra voluntad y hacer lo que Él nos dice, solo de esta forma podremos llamarnos cristianos, no solo de boca sino también de Espíritu.
Que el Espíritu Santo nos ayude a ser mucho más que solo oidores de su palabra, a vivir sin apariencias la fe y con un corazón verdaderamente cercano a Cristo y no lleno de expectativas que se apartan de él, como pasaba con Judas, sino que podamos llegar a ser hacedores de su palabra y logremos seguir a Jesús y amar la cruz pese a ser rechazados por eso, pero conscientes de que, como los discípulos, fuimos escogidos y apartados para Él y para una vida eterna a su lado.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (GVO)
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