La llave es Cristo

La llave es Cristo
Los que estaban allí querían ponerle Zacarías, que era el nombre de su padre. Pero Isabel dijo: ¡No! Va a llamarse Juan. Ellos le dijeron: Ningún familiar tuyo se llama así. Y por señas le preguntaron a Zacarías cómo quería llamar al niño.  Lucas 1: 60-61

La historia de Juan el Bautista puede ser la historia de todos nosotros, los llamados a hacer parte de una generación que el Señor ha levantado para marcar la diferencia dentro de nuestras familias.

En la época del nacimiento de Juan y según las costumbres judías los hijos heredaban el nombre de sus antepasados, generalmente el de sus padres y además el oficio de su familia. Es decir, Juan según la tradición debía llamarse Zacarías y ordenarse como sacerdote. Sin embargo, como con nosotros, Dios tenía otros planes a los imaginados por nuestros padres naturales y nosotros mismos. Juan, primo de Jesús, era el llamado a preparar el camino para la llegada del hijo de Dios y el comienzo de la era del perdón y la reconciliación de toda la humanidad con su creador.

Cómo con Juan a veces nacemos con ciertas etiquetas, que solemos heredar por el entorno o el contexto familiar y que pueden marcar nuestra vida desde antes de nacer.

Ese es mi caso y probablemente el de muchos. Yo, nací en medio de dos familias disfuncionales inmersas en conflictos, heridas y dolores que se propagaron de generación a generación. Crecí preguntándome porqué había padecido tanto durante mi infancia, hoy sé que Dios necesitaba que yo viviera todo lo que viví para finalmente conocer de su amor infinito y  construir de su mano una realidad diferente para mis próximas generaciones.

Etiquetas como el abusado, el adicto, el fracasado, el enfermo, el bueno para nada son las impuestas por el mundo, y muchas veces crecemos pensando que eso somos y no hay nada que podamos hacer para cambiarlo, pero la realidad es otra, el plan que Dios tiene para nosotros requiere que nos incomodemos con las etiquetas que heredamos y que no nos conformemos a este mundo entendiendo que todo nuestro destino  se puede cambiar en Cristo.

Siempre hay uno que Dios busca  usar para  romperle la espina dorsal a la pobreza en nuestras generaciones, uno con el que busca hacer las cosas al derecho y romper con tradiciones de iniquidad, uno que no teme en Cristo  a enfrentar el resentimiento familiar con amor y misericordia, logrando con el poder del Espíritu Santo la restauración de él y de todos los suyos. Seamos ese uno que sabe que fue rescatado y que todo se lo debe a Él, dedica su vida a servirle y edifica una casa en donde todas sus generaciones venideras también le sirvan.

Dios está levantando generaciones con propósitos que impacten las venideras, nos llama a marcar la diferencia, a llevar más amor, más misericordia, a buscar mostrar el carácter del ADN de Cristo que hay en nosotros. Él, quien también diseñó tu propósito y el mío es la llave de la cárcel en la que satanás ha querido mantenernos presos. En Él tenemos un nuevo nombre que corta las iniquidades que nunca fueron su voluntad, solo necesitamos decidirnos hoy a romper con todo lo que nos ata y crear junto con Él un nuevo y mejor comienzo lleno de su Paz.
 
Devocionales Refúgiate en su Palabra – Casa de Refugio- GV

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