Hechos 15:15-18 NTV: “Y la conversión de los gentiles es precisamente lo que los profetas predijeron. Como está escrito: “Después yo volveré y restauraré la casa caída de David. Reconstruiré sus ruinas y la restauraré, para que el resto de la humanidad busque al Señor, incluidos los gentiles, todos los que he llamado a ser míos. El Señor ha hablado, Aquel que hizo que estas cosas se dieran a conocer desde hace mucho”.
Los judíos sabían que la salvación venía de ellos, pero lo que muchos no comprendieron fue que esa salvación no era exclusiva para ellos, ni tampoco identificaron al verdadero mesías. El Señor se encargó de cumplir su promesa, de que del linaje de David, El Hijo de Dios, vendría en forma de hombre para salvar a judíos y a gentiles, para hacernos comprender a todos que en Jesús hay verdadera salvación.
El mismo Dios que salvó al pueblo de Israel de manera poderosa del yugo de Egipto, que los guardó en el desierto, que los llevó a conquistar la tierra prometida, que durante varias etapas de la historia los ha guardado del exterminio y que hoy en día aún se glorifica con poder y gran gloria sobre ese mismo pueblo, nos hace saber que así como ha tenido cuidado por ellos, también envió a su Hijo para que comprendamos que todos tenemos la oportunidad de acceder a la bendición más grande de todas: LA SALVACIÓN, y El Señor no ha excluido a nadie y nos ha dado un camino único, una puerta angosta a la que solamente se puede acceder a través de Jesucristo.
Como humanidad debemos comprender que, sin Jesús como El Señor y Redentor de nuestra vida, no podemos tener el regalo de la salvación, porque esa es la palabra correcta, es UN REGALO, pero como todo regalo, hay que aceptarlo y si no lo tomamos, pues no lo recibiremos.
Debemos comprender que no se puede comprar esa salvación, porque el único precio aceptable por el pecado ya fue pagado en la cruz del Calvario por Jesús, nada ni nadie puede igualar ese pago. Nunca pensemos que estamos excluidos de la mayor bendición posible, porque lo hecho por Jesús al morir en la cruz para anular el poder del pecado sobre nosotros, y dejar expuestas a todas las huestes de maldad, lo hizo POR TODOS, solamente debemos creer en Él y creerle a Él.
Recibir la mayor bendición posible nos motiva para agradarle de la mejor manera que podemos hacerlo: amándolo, teniendo ese temor reverente, obedeciendo a su palabra y sirviendo de corazón de manera intencional.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (JENM) #mimetaescomprender
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