La Misericordia Extendida
Para hoy tenemos como lectura base según la Sociedad Bíblica el Capitulo 16 de libro de Hechos de los Apóstoles o Hechos del Espíritu Santo de los versículos 11 al 40, porción de la Palabra que tiene mucha riqueza espiritual y que denota en términos generales la Obra del Espíritu Santo en el recorrer de Pablo y Silas en uno de sus viajes misioneros, en esta ocasión en Filipos.

Para efectos metodológicos nos centraremos en dos versículos de este pasaje, pero como nuestra Pastora nos dice: “dígale al de al lado: léase completo el capítulo 16 de Hechos”. “Y sacándolos; les dijo: Señores ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa”. Hechos 16: 31-32 RV1960

La porción de la Palabra nos plantea quizás dos de los más grandes interrogantes básicos que un creyente puede tener: ¿Cómo ser salvos?  Y ¿Qué sucede con nuestra familia? Ante la primera inquietud, la Biblia es generosa en su precisión, no solo en el versículo en foco que da respuesta a la inquietud del carcelero de forma inmediata, sino también en innumerables versículos tanto en el Nuevo como en el Antiguo Testamento.

Por poner dos ejemplos, ya lo había dicho Pedro en Hechos de los Apóstoles 4:2 cuando señaló: “De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos.”, refiriéndose a Jesús por supuesto.
Así mismo, el profeta Isaías en el capitulo 33, versículo 22 afirmó: Porque el Señor es nuestro juez;
el Señor es nuestro legislador; el Señor es nuestro rey: ¡Él nos salvará!
En este sentido podríamos disertar por un largo tiempo sobre los innumerables registros que Dios nos deja en Su Palabra que dan cuenta que tanto creyentes, como un desapercibido inquieto espiritual y aun los no creyentes tienen fuente de conocimiento sobre cuál es el único camino para la salvación: JESÚS.
 
Ahora bien y si yo creo, pero mi familia no ¿Qué pasa con ellos? Pues este escenario, muy común, es otra forma mas de Dios de invitarnos a evangelizar. El amor por nuestras familias es la perfecta motivación que podemos tener para expresar el Amor más grande e incalculable que recibimos por gracia: el de Cristo y como consecuencia, nuestra salvación.
 
Como cristianos reconocemos que el amor de Dios debe ser nuestro motor para dar testimonio no solo de nuestra fe, sino de la transformación que Él puede hacer en nuestras vidas, pero este ejercicio, al mismo tiempo, supone que la herramienta para lograr la atención de nuestra familia no puede ser otra que el mismo amor,  de modo que con nuestros familiares no creyentes no podemos obligarlos, no podemos discutir, no podemos enojarnos, no podemos impacientarnos…sino que al igual que Jesús nos esperó como el novio más enamorado, nosotros también debemos aguardar en la esperanza que Dios nos da, en que nuestra familia también gozará por extensión de su misericordia en la salvación a través de Cristo.
 
Devocionales refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (OA)

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