“Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.” (Hechos 5-29 RV1960)
El camino que todos recorremos en Cristo es diferente y durante estos años en el Señor, me he dado cuenta que la relación con Jesús, si bien tiene un claro direccionamiento desde la Palabra de Dios, las formas en las que cada uno de nosotros las apropiamos son distintas y diría que muy particulares.
En mi caso he sentido la presencia de Dios en mi vida constantemente a través del vehículo de la obediencia, debo decir que me cuesta todavía en algunos momentos llenarme de fe y salir a enfrentar las situaciones que me pone el día a día, me cuesta la interiorización de prédicas y estudios en ocasiones, la virtualidad es una condición que no ayuda a buscar esa comunión que tambien apoya a la iglesia, pero si hay algo que ha sido contundente y donde he encontrado todo el poderoso respaldo de Dios es en la obediencia.
“Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud.” (Salmos 143:10 RVR1960).
Este es un versículo muy corto pero encierra el concepto que ha traído todas las victorias a mi vida en los últimos años, la obediencia es la llave que trae todas las bendiciones que Dios tiene para tu vida.
En una metáfora muy práctica, somos los pilotos de nuestro propio avión que llamamos “Vida” generalmente, nuestro camino siempre tiene muy baja visibilidad y en los momentos clave tenemos que navegar por instrumentos, es decir que, no podemos llegar a donde queremos ir por nuestra propia vista y habilidades, tenemos que utilizar ese “instrumento” que es la palabra de Dios para llegar a nuestro destino y tener un aterrizaje perfecto, si el piloto no sigue estas instrucciones dada por los instrumentos del avión no podrá llegar y en ocasiones con pequeñas desviaciones en largos tramos el resultado final será un destino completamente diferente, así tal cual, si nosotros obedecemos el gran “instrumento” que Él tiene para nosotros, no habra posibilidad de desvío, así no veamos ni sepamos para dónde vamos.
GJ – Casa de Refugio
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