Salmos 55:16-23 RVR1960: “En cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová me salvará.
Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz. Él redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí, Aunque contra mí haya muchos. Dios oirá, y los quebrantará luego, el que permanece desde la antigüedad; por cuanto no cambian, ni temen a Dios. Selah
Extendió el inicuo sus manos contra los que estaban en paz con él; violó su pacto. Los dichos de su boca son más blandos que mantequilla, pero guerra hay en su corazón; suaviza sus palabras más que el aceite, Mas ellas son espadas desnudas. Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo. Mas tú, oh Dios, harás descender aquellos al pozo de perdición. Los hombres sanguinarios y engañadores no llegarán a la mitad de sus días; pero yo en ti confiaré.
Para ningún cristiano es desconocido que estamos atravesando tiempos difíciles, lo que la palabra dice en Isaías 5:20 acerca de que lo bueno será llamado malo y lo malo será llamado bueno, es una realidad en nuestros días y no debería tomarnos por sorpresa que todo lo que vemos hoy es una señal de que vivimos en los últimos tiempos.
La mala noticia es que muchos de los que se auto reconocen como cristianos están experimentando enfriamiento y letargo a causa de intentar mantener un pie en la iglesia y otro en el mundo, dejando poco a poco sus momentos de intimidad con Dios, lo cual también nos es por señal según Mateo 24:12.
Por todo esto y más, tenemos un llamado urgente a la oración:
En los primeros 4 versículos, el salmista habla de la necesidad de levantar clamor permanentemente a causa de las tribulaciones que padece. Esta oración no se trata de un clamor de venganza en contra de los malos, si no de la necesidad que tenemos los hijos de ser ministrados por el Espíritu por medio de la oración. Es decir, la oración nos es sumamente beneficiosa para estar en paz en medio de la tormenta. El autor del salmo también dice que los quebrantará luego, pero ¿luego de qué?, luego de que pongamos a los pies del Señor a los enemigos y sus injusticias e iniquidades.
En la segunda parte del pasaje, se encuentra una descripción específica de la obra del enemigo con el fin de reconocer quienes son y cómo se comportan, esto nos habla de la necesidad de conocer las maquinaciones del enemigo y eso solo lo logramos por la revelación del Espíritu Santo en oración. Al conocer su manera de operar, podemos crear las estrategias adecuadas para dar la buena batalla. Recordemos que nuestras luchas no son contra la carne, sino en contra de huestes espirituales de maldad, de modo que la estrategia no es en nuestra fuerza, sino en el espíritu y la manera de batallar espiritualmente es con la oración.
En la parte final del pasaje, el salmista se preocupa por describir el destino de los malos mientras que esa carga es echada a los pies del Señor. Solo cuando confiamos plenamente en su amor, misericordia y poder, podemos ver lo que Dios hace por sus justos amados, lo cual nos lleva a adorar y alabar su Nombre en oración y en acción de gracias.
Entonces, ¿cuándo y cómo debemos orar? Debemos levantar oración en todo tiempo como conviene, según el Espíritu de Dios que habita en nosotros. Que podamos percibir las alertas de urgencia de oración a las que el Señor nos llama, NO OLVIDEMOS QUE LA ORACIÓN DEL JUSTO PUEDE MUCHO.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (DS)
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