La Paz sea Contigo
Salmo 122:6-9 NVI: “Pidan por la paz de Jerusalén: «Que vivan en paz los que te aman. Que haya paz dentro de tus murallas, seguridad en tus fortalezas». En favor de mis hermanos y amigos, diré: «¡Que la paz sea contigo!». Por la casa del Señor nuestro Dios procuraré tu bienestar.”
No es un secreto para el mundo el conflicto que se vive en todo el Medio Oriente. En una primera lectura podríamos decir, claro, oremos y pidamos porque puedan vivir en paz, pero la visión del salmista va mucho más allá.

La verdad detrás de este capítulo de salmos es que no hay paz sin Cristo. Si bien, hoy toda Jerusalén sufre por el conflicto, no siempre ha sido así; entonces pedir por su paz no tiene que ver con los conflictos geopolíticos, tiene que ver con la profecía, con la palabra de Dios, la cual no debemos desatender según 1ra Tesalonicenses 5:20. Cuando miramos a Jerusalén debemos tener presente que es un misterio (Romanos 11:25) y así la concibe David; en ella vemos la razón y todo el propósito reconciliador de Dios con la humanidad, así como su anhelo por habitar en medio del hombre, pero al mismo tiempo es un cuadro de cómo hemos rechazado al Salvador.

Orar por la paz de Jerusalén, es nuestra mayor proclamación de Maranatha, es orar porque el Príncipe de Paz venga y su reino sea establecido. Jerusalén no tendrá paz porque otros pueblos no entren en guerra con ella, tendrá paz porque Jesús está en el corazón de sus habitantes, hacia allá debe estar dirigida nuestra oración, por eso: “En favor de mis hermanos y amigos, diré: «¡Que la paz sea contigo!»

Meditar en este pasaje me hace pensar si realmente estoy conectada con la verdad y la realidad espiritual de lo que sucede a mi alrededor, o si sólo estoy replicando lo que escucho o veo sin ir a las escrituras. El llamado que Dios me hace es a conectarme con la palabra, no sólo para ser entendida en los tiempos, sino para saber qué debo hacer y cuál es mi papel en medio de todo esto.

Por otro lado, es un llamado a resignificar mi paz. Mi paz no es la ausencia de conflictos ni de problemas, no la provee algo en esta tierra; mi paz es que, bajo cualquier situación por dura que sea, el Príncipe de Paz me gobierna y tiene el control de toda circunstancia.
Lucas 19:41 trae las palabras de Jesús para Jerusalén y para nosotros hoy: “Cuando se acercaba a Jerusalén, Jesús vio la ciudad y lloró por ella. Dijo: ¡Cómo quisiera que hoy supieras lo que te puede traer paz! Pero ahora está oculto a tus ojos”.

La paz no viene por saber controlar mis emociones, no viene por la estabilidad económica, no depende de nada ni de nadie, todo a mi alrededor puede estar en caos, en conflicto, pero yo descanso, porque mi paz es y está sólo en Cristo.

Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (KM)

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