Salmo 32:8 “Yo te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos”; es una bendición indescriptible que como creyentes tengamos la permanente instrucción de nuestro Padre Celestial, nuestro camino esta previamente marcado por el Creador del Universo y su mandato permanente es que andemos en tales sendas. No obstante, la realidad es que tenemos que batallar permanentemente con la más peligrosa de las interceptaciones: La del Temor.
El temor acecha permanentemente nuestras vidas, la verdad es que el miedo es el arma más efectiva del demonio para desviarnos o paralizarnos en el camino que debemos andar. Se entiende que el miedo es una sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario, sin embargo, la misión del enemigo es que se convierta en un hábito mental, a fin de mantenernos sumergidos en la ansiedad e imposibilidad de disfrutar la vida en abundancia a la cual hemos sido llamados. Aquel que teme limita su provisión en Dios, pues en su camino a la promesa es asaltado por pensamientos negativos.
Son esas vacilaciones temerosas las que cuando recibo la instrucción divina interceptan mi camino y me desvían de mi destino; Si Dios me indica prepárate y estudia, el demonio intercepta el mensaje con preceptos como: no tengo dinero, con qué tiempo voy a estudiar, ya estoy muy viejo para eso, entre otras dudas que me llevan a renunciar a la instrucción. Si Dios me indica: ve a ese lugar y sirve con amor, el enemigo intercepta el mensaje con pensamientos estrechos como: pero, ¿qué es lo que han hecho ellos por mí? además, me duelen las rodillas, no tengo dinero para el transporte, en fin; escusas sin sentido en la cual la instrucción se va desvaneciendo hasta sumergirse en los confines del olvido.
Iglesia, tenemos el más grande ejemplo de valentía y determinación en nuestro Señor Jesucristo, quien en Mateo 26:39 dijo: “Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras”, su camino al monte el calvario no fue interceptado por el temor, Él luchó contra el miedo al padecimiento que le esperaba, venciendo toda tentación a retroceder, siguiendo al pie de la letra la instrucción recibida del Padre Celestial, dando su vida por todos, en amor y en servicio, enfrentando las tinieblas empuñando tan solo la espada del amor, consumando valerosamente y perfectamente su obra.
En Mateo 4:10-11, vemos las últimas palabras de Jesús a satanás cuando éste lo tentó en el desierto: “Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían. Hermanos, solo la determinación a creer, vivir y hacer la voluntad de Dios nos dará la victoria definitiva sobre el temor. En la Biblia podemos observar que el modus operandi del enemigo es siempre el mismo; iniciar la persuación tan pronto se recibe la instrucción del Padre, mostrándonos un mundo lleno de fantasías y limitantes, esperando con esto diluir descaradamente las indicaciones recibidas; Pero nuestro Señor Jesucristo neutralizó el ataque del maligno con tan solo diez palabras: “Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás” con esto le dejo claro que la instrucción recibida de parte de Dios se llevaba a cabo por encima de lo que fuera, obligando al adversario a marcharse derrotado; tal cual debemos procurar nosotros, tan pronto recibamos la instrucción de Dios, poner manos a la obra sin dejarnos tentar por ningún otro pensamiento, disponernos a su cumplimiento de forma inmediata afirmando: “Al Señor mi Dios adoraré, y a él sólo serviré” pues adorando y sirviendo a Dios con determinación y diligencia, el temor huirá de nosotros, tal como lo dice Santiago 4:7 “ Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros”.
Señor, permítenos hacer huir al enemigo con nuestra diligencia ante todas tus instrucciones, no permitas que nada intercepte tu plan en nuestras vidas, permítenos ser más rápidos que cualquier pensamiento que intente desviarnos del camino, seguir ese primer instinto que nos lleva a edificar tu obra, aleja el miedo de nuestras vidas, consúmelo en tu fuego como se funden las armas, para que éstas no sigan haciendo daño. Te lo pedimos amén.
Devocionales Refúgiate en su Palabra – Casa de Refugio (FJCG)
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