La Plenitud de su Propósito
Romanos 5:3-6 RVR 1960: “Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; 4y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; 5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.”
 
 Prueba. En la jerga cristiana hablar de prueba es hablar, en la mayoría de las ocasiones, de dolor y tribulación.
Nadie quiere pasar por tribulaciones en su vida, por lo menos yo no, pero en mi caminar con Cristo, he aprendido que es imposible crecer espiritualmente y pasar a niveles superiores de fe, sin el refinamiento que trae la prueba, es decir, a mayores niveles de fe, mayores batalla debemos enfrentar y como en un ejército, se necesitan mejores guerreros para enfrentarla.
 
El apóstol Pablo en este pasaje nos habla de la verdad para aquellos que han confiado en la obra salvadora de Cristo, pero también profundiza en el beneficio de ser sometido a la prueba y esta ha sido una realidad para mi vida siempre. En muchas ocasiones me he encontrado en medio de pruebas, algunas más duras que otras, y ese ha sido el tiempo del entrenamiento. Un tiempo que Dios ha usado para llevarme a niveles superiores de fe y con amor y misericordia, ha puesto en cada proceso, mi corazón y mis ojos en la posición correcta.
 
Mucho me costó entender que las pruebas no tenían la finalidad de mostrar mi fidelidad a Dios forzada por el camino de la prueba, todo lo contrario, las pruebas en mi vida han sido aquellos canales que el Padre ha usado para mi crecimiento espiritual. Ese es el verdadero propósito de la prueba.
 
Un soldado raso jamás podrá ser general si no es expuesto a las pruebas que demandan los diferentes rangos, de la misma manera, ninguno de nosotros tendrá puestos de privilegios en ningún área de nuestra vida si no somos sometidos al fuego de la prueba.
 
Recuerdo que en uno de los momentos más duros que he atravesado en mi vida, en lo profundo de la prueba, en ese momento cuando creía que después de eso que estaba viviendo, solo era posible la muerte, clamaba a Dios por misericordia y solo me podía ver como una guerrera, postrada en tierra, con la espada en el piso y con un dolor tan grande que no era capaz siquiera de levantar el rostro, no me sentía digna, y en uno de esos encuentros con mi Señor, me hizo entender que Él es quien me hace digna, Él es quien corona mi cabeza, quien hace mis pies como cierva para caminar por la senda justa, quien me daba la fuerza para continuar,  es quien cambio mi más grande derrota en una victoria para avergonzar al enemigo. El Señor devolvió mi esperanza y me hizo caminar sin vergüenza ni dolor. No me libró del fuego de la prueba, por amor, me sostuvo en medio de ella para que el propósito en mí se cumpliera. Después de eso conocí mi valor y jamás volví a ser la misma.
 
Si estás atravesando por una prueba, recuerda que Dios te ayuda y te sostiene. El objetivo es sanar, aprender y crecer para que se cumpla en nosotros la plenitud del propósito de Cristo.
 
Dios está empeñado en sacar la mejor versión de cada uno de nosotros, esa que él conoce mejor que nadie porque él nos creó, todo para hacer de nosotros soldados e hijos fieles, formados y con el carácter correcto para afrontar las nuevas batallas que demandan cada nivel superior de fe.
 
Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio (DS)

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