La Presencia que nos Llena de Gloria
Ezequiel 43:1-5 RV1960: “Me llevó luego a la puerta, a la puerta que mira hacia el oriente; y he aquí la gloria del Dios de Israel, que venía del oriente; y su sonido era como el sonido de muchas aguas, y la tierra resplandecía a causa de su gloria. Y el aspecto de lo que vi era como una visión, como aquella visión que vi cuando vine para destruir la ciudad; y las visiones eran como la visión que vi junto al río Quebar; y me postré sobre mi rostro. Y la gloria de Jehová entró en la casa por la vía de la puerta que daba al oriente. Y me alzó el Espíritu y me llevó al atrio interior; y he aquí que la gloria de Jehová llenó la casa”.

Esta porción de la Palabra detalla parte del plan profético que Dios tiene para la humanidad. En los capítulos 40 al 42 del libro de Ezequiel se describe cómo un ángel le dio la visión de lo que sería el nuevo templo con muchísimo detalle, que para la época de la cautividad Babilónica había sido destruido, pero Ezequiel asegura a través de sus visiones la restauración de este, describiendo cómo la construcción de ese futuro templo marcaría el regreso de la Gloria de Dios a su pueblo.

Recordemos que el esplendor del templo construido por Salomón era motivo de orgullo para el pueblo judío y este mismo pueblo ya en cautividad, entendía de una manera casi religiosa que la presencia gloriosa de Dios (la gloria Shekhiná) estaba ausente debido a la destrucción del templo y por eso no pudieron ver la restauración que Jehová quiso darles a través del Mesías, inclusive actualmente, muchos del pueblo judío esperan un mesías y lamentan no tener el templo, deseando su reconstrucción.

Sin embargo, la gloria de Dios no se hace evidente por la carencia del templo como estructura física, sino que precisamente como consecuencia de la falta de conocimiento de Dios y de sus estatutos, el pueblo no atiende adecuadamente sus mandatos, lo que lo lleva a desobediencia y lo hace esclavo (cautivo) del mundo y sus perversidades (“Mi pueblo es destruido por falta de conocimiento” Oseas 4:6). Por eso, es necesario para Dios limpiar al pueblo de toda la inmundicia, y destruir todas aquellas estructuras que se han formado para buscar una gloria que no le pertenece al mundo.

En una visión más individual, y bajo el amparo de la Gracia de Dios, el templo donde reposa el Espíritu Santo somos nosotros, como lo señala 1 de Pedro 4:14 “porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros” y la falta de conocimiento de Su palabra, por omisión o acción nos lleva a desobediencia haciéndonos esclavos de este mundo y nos aleja de la presencia de Él en Su Reino.
Por eso el camino de la restauración de nuestro diseño como templo, desde la perspectiva de Cristo, implica un ejercicio de conocimiento profundo de la Palabra y del propósito de Dios, para que exista un entendimiento de nuestro pecado y un genuino arrepentimiento, de manera que sanadas las heridas casi autoinfligidas, seamos restaurados en conciencia y en espíritu para ser reedificados conforme a la voluntad de Dios.

Y en todo este proceso podemos ver la gloria de Dios, siempre que nuestros ojos y nuestros oídos estén libres de los ruidos del mundo y de las tinieblas que el enemigo promueve, para lo cual es necesario tener una gran dosis de fortaleza en Él (determinación) y de paciencia (perseverancia), de manera que podamos ver el fruto representado en gozo.

Eso es, verdaderamente, ver la gloria de Dios inundando nuestra vida, aún a pesar de la adversidad, dejándonos llenar todo nuestro ser de Su presencia, de manera que sea Él quien entre por el oriente con Su Luz en cada rincón de nuestra casa, como lo hace el sol cuando nos levantamos en las mañanas, con la diferencia de que Él es un sol que no muere al atardecer, sino que permanece.

Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (OA)
#MimetaesAlabar

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