La Sal, Gracia de Dios
Mateo 5:13 RVR1960 “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres

No hay mineral más indispensable para la vida que la sal; elemento único, esencial, irremplazable, que da un sabor único a las cosas; maneras de endulzar la vida existen muchas, pero formas de salar solo una y es con sal. La sal adereza, sana, preserva, nutre y purifica; no por nada Elíseo depura una fuente echando sal en ella en el 2 Libro de los Reyes capitulo 2 versículo 19 cuando afirma: “Y los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en donde está colocada esta ciudad es bueno, como mi señor ve; mas las aguas son malas, y la tierra es estéril. Entonces él dijo: Traedme una vasija nueva, y poned en ella sal. Y se la trajeron. Y saliendo él a los manantiales de las aguas, echó dentro la sal, y dijo: Así ha dicho Jehová: Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad”

La sal solía usarse como dinero en la antigua Roma, era tan valiosa que a veces se pagaba a los soldados con ella. De hecho, la palabra “salario” proviene de la palabra latina sal. Es tan relevante este mineral que, si la tierra y los océanos careciesen de este; el mundo seria literalmente una cloaca, putrefacción en el mal sentido de la palabra. Es por eso que los cristianos estamos llamados a ser como sal de la tierra, aquellos que aderezan, sanan, preservan, nutren, purifican y demás y esto se logra única y exclusivamente cuando adoptamos la Gracia de Dios en nuestras vidas, por lo que me atrevo a concluir que; es la sal para la tierra lo que la gracia de Dios es para el hombre.
 
Un cristiano que adopta la gracia de Dios adereza su vida con amor, sana el dolor propio y de los demás con misericordia, preserva el legado de Cristo como la sal preserva las aguas, nutre con perdón las situaciones del día a día; un hermano que adopta la gracia de Dios es limpio de su pecado a cada instante adoptando como propio el carácter de Jesús, somos los hijos de Dios los que aniquilamos como la sal la proliferación de las bacterias que destruyen la vida.
 
Hagamos de nuestra patria una mina a cielo abierto que abastezca de sal al mundo, oremos fervientemente a nuestro Padre Celestial para que de nuestros corazones emane su amor y que jamás se desvanezca su esencia, que fluyamos en su gracia para que a pesar de nuestras diferencias seamos esa sal  que nutre y preserva la vida,  pues es nuestro Señor Jesucristo quien abolió la muerte y la enfermedad que trae consigo el pecado.
 
 
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (FJCG)

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