Jeremías 1:5 LBLA: “Antes que yo te formara en el seno materno, te conocí, y antes que nacieras, te consagré, te puse por profeta a las naciones.”
La esencia de la vida va más allá de nacer, crecer, reproducirse y morir. Por eso para muchos se vuelve una tarea indispensable y hace parte de sus anhelos más profundos, encontrar el verdadero propósito de la existencia. El Progreso del Peregrino, una joya literaria escrita desde una prisión en 1675 por John Bunyan es considerada en el mundo cristiano, como el libro después de la biblia con un mayor impacto alrededor del protestantismo, nos narra a través de una brillante alegoría, la historia del tránsito de un hombre que deja a su familia por ir tras la búsqueda desesperada de la salvación, la búsqueda del verdadero sentido para su vida, el cual es descubierto una vez se encuentra ante la Cruz.
Es Cristo la esencia y la razón por la cual todo existe, es en él que todo ser humano encuentra razón a su existencia, la motivación y la inspiración para vivir una vida con propósito por eso todo en el mundo se opone a nuestro encuentro con él.
Y por cuanto todo por él y en él fue hecho, es que tenemos la certeza de que todo tiene una razón de ser, no somos una casualidad, así como nada de lo que hemos vivido lo es y esta fue la revelación que recibió el profeta Jeremías, pues antes que él mismo terminara de formarse en el vientre de su madre, ya el Señor lo conocía, ya le había destinado un propósito y tenía un plan para él, así como con cada uno de nosotros.
Somos portadores de un mensaje único, que Dios nos ha encomendado para un grupo de personas específicas. Todo lo vivido, nuestras luchas, nuestras pruebas, nuestro dolor tienen y tendrán un propósito y es dar fruto para que esas personas para quienes hemos sido capacitados mediante nuestra experiencia puedan nacer de nuevo, puedan encontrar la razón y la esencia de su existencia.
¿Cuál es tu mensaje?, ¿Te has especializado en lo que Dios te ha llamada a hacer?
Necesitamos disfrutar el proceso con todo lo duro que puede ser, dedicarnos a él, no obsesionarnos por la forma sino por el fondo para sostener el peso de la responsabilidad del llamado pues hay un grupo de personas esperando recibir eso que sólo tú y yo tenemos, eso que Dios antes de que naciéramos puso en nosotros porque nos conocía y nos consagró para esa tarea.
La semilla fue sembrada por Dios en cada uno, el Espíritu Santo se ha encargado de regarla con su poder llevándonos a la redención, Jesús es la razón por la que esa semilla fue puesta, pero somos nosotros los encargados de cuidarla para que dé fruto, nutriéndonos en Su Presencia y con Su Palabra.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra – Casa de Refugio (KMR)
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