La unidad es la propiedad que tienen las cosas de no poder dividirse ni fragmentarse sin alterarse o destruirse. La unidad no es uniformidad, sino que, la unidad se puede definir como cualquier grupo de personas que se caracterizan por un propósito, una visión o una dirección en común, no se trata de ser exactamente iguales, sino de avanzar hacia el mismo objetivo.
En el mundo podemos escuchar una frase muy común que dice: divide y vencerás. En la guerra, esta estrategia obliga al enemigo a dividir sus defensas para dejarlos vulnerables. Satanás usa estas mismas tácticas contra el cuerpo de Cristo, él busca dividir para vencer porque sabe que una iglesia fragmentada es débil.
La iglesia es el lugar donde todas las distinciones deberían dejar de causar divisiones por nuestra unidad en Cristo. Nuestro objetivo en común es hacer avanzar el reino de Dios al compartir el evangelio de Jesucristo. Efesios 4:13 (RVR1960) nos dice: “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.”
La Trinidad es la representación perfecta de la unidad, se refiere a la existencia eterna de Dios en tres personas distintas: Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo. Las tres personas son igualmente Dios. Sin embargo, cada persona tiene un papel o función distinta dentro de la Trinidad, y los tres existen en perfecta comunión y comunidad. No hay tres personas separadas, sino UNA SOLA. Es decir; la Deidad está perfectamente unificada. Miremos lo que dice el apóstol Juan en su carta, leamos Juan 17:20-23 (RVR1960): “Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.”
Ahora vamos a Génesis 1:1-3 (RVR1960): “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.” Estos versículos nos muestran los roles de las tres personas que protagonizan la acción de este pasaje. Dios el Padre como creador, el Espíritu de Dios moviéndose sobre las aguas, y Dios habló, emitió la Palabra, creó todo el universo por medio de ella. Jesús mismo es la Palabra, actuando en la creación. “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.”, nos dice Pablo en Colosenses 1:15-16 RVR1960.
Dios es el reconciliador por excelencia. Todo lo que hace Dios siempre se multiplica y genera unidad, entre Dios y el hombre, entre la creación y Dios, entre judíos y gentiles, así entre vecinos, culturas, clases socioeconómicas o divisiones nacionales. En efecto, la cruz es el único lugar donde se puede reconciliar lo irreconciliable.
En Efesios 1 leemos sobre una increíble, aunque subestimada proclamación sobre el designio de Dios para multiplicar la unidad: “Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad conforme al buen propósito que de antemano estableció en Cristo, para llevarlo a cabo cuando se cumpliera el tiempo, esto es, reunir en él todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra.” (Efesios 1:9-10). En otras palabras, en Cristo, Dios reveló el misterio de Su voluntad, el cual ES TRAER UNIDAD a todo lo que hay en el cielo y en la tierra.
Iglesia, permite que está verdad te toque y tenga fruto en tu corazón.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra Casa de Refugio (LG)
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