Lucas 2: 11-14 RVR1960: “Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, ¡buena voluntad para con los hombres!”
La navidad es una época de fiestas, alegrías, celebraciones, debe ser una conmemoración a JESÚS en el pesebre de nuestro corazón, en la abundancia de nuestra adoración y obediencia. La fiesta es Jesús, la alegría es Jesús, las alabanzas son para Él y los abrazos son dados por su causa.
Por eso podemos decir que una verdadera y Feliz Navidad existe cuando Jesús es el Señor y Salvador de nuestra vida, es La Luz de nuestro hogar y quien guía de nuestras decisiones. De una u otra manera esta época se torna emotiva, es como si se terminara no sólo el año sino una etapa de la vida; unos celebran porque fue un éxito y otros guardan la esperanza de que el año que viene las cosas serán diferentes a como se dieron en el presente. Es una oportunidad para dejar atrás muchas cosas y volver a empezar el primer día de enero con una nueva perspectiva de la vida. El punto es que sin querer, nos dejamos atrapar por la nostalgia de esta época y de una manera muy sutil nos vemos envueltos en el tradicionalismo.
Desde que conocí al Señor Jesucristo, he podido comprender que ningún día es más o menos importante que otro, comprendí que el enemigo utiliza sus artimañas para atraparnos en creencias y costumbres que esclavizan. No hablo en contra de las celebraciones que traen regocijo, paz, amor y unión familiar, pero sí debemos procurar no convertir esta celebración en una tradición más. No existe una fecha para amar, compartir, regalar o celebrar las bendiciones de Dios, todos los días podemos celebrar Su venida a este mundo, Su muerte y resurrección, conocerle es nuestra mayor bendición, digna de celebrarse a diario.
Todos los días son especiales y podemos aprovecharlos para darle gracias a Dios por lo que nos permite disfrutar, principalmente por el don de la fe que nos ha sido dado para recibirlo en nuestro corazón, ser salvos y conocerle. No esperemos a que llegue el ultimo día del año para trazar las metas y los propósitos que queremos alcanzar. Cada día es una bendición, una ocasión especial para un nuevo comienzo, una oportunidad llena expectativas y la mejor de ellas es entregar nuestra vida a Jesús.
Que nuestro espíritu se avive porque entiende la alegría de la llegada de nuestro Rey y Salvador, no porque es un mes de festividades. Permítele a tu espíritu avivarse con el amor de Jesús. Es el día indicado para abrirle las puertas de tu corazón y dejarlo entrar, es el momento oportuno para que le entregues tu vida, tus necesidades, sueños y deseos más profundos; déjalo obrar en tu vida de una manera sobrenatural, creé en su entrega por ti en la cruz, recibe el perdón de tus pecados y prepárate para que el poder de su resurrección se haga vivo y real en ti a partir de este momento. No tienes que esperar a que llegue el nuevo año para que tu vida empiece a cambiar, tu vida cambia en el momento en que decides creerle al Señor, ya no volverás a sufrir por lo mismo y darás un giro totalmente diferente.
Tiempo de Hablar con Dios: Amado Padre, en esta época de Navidad, donde me siento más sensible recordando tu amor infinito encarnado en tu Hijo Jesús, lléname de tu Santo Espíritu para llevar el mensaje de salvación a tantas personas y familiares que se encuentran separados de ti. ¡AMÉN! 2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (JCRR)
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