Si hay un tema complejo de abordar en la iglesia de hoy es todo lo relacionado con el dinero, para mí aún lo es, por eso esta porción de las escrituras me había sido un poco confusa hasta hoy, porque el Señor Jesús exalta la actitud del mayordomo infiel, pero descubrí que la enseñanza está enfocada en la sagacidad del administrador para asegurar su futuro, más que en las acciones malas que hizo.
He tenido muchos trabajos y he recibido buenas y no tan buenas remuneraciones según lo que considero que me merezco, pero también he pasado por largos periodos de desempleo que me han enseñado a valorar más y a ver con una perspectiva distinta el dinero. Antes fui muy desordenada con este tema, debía en todas partes, era acumuladora y experta en lo que en economía se conoce como gastos hormiga; eso me afectó de manera significativa mi vida crediticia, la sagacidad financiera no era algo que me importara, por eso mensajes como este me confrontan y me hacen preguntarme una y otra vez si realmente he sido fiel en lo poco y si estoy realmente preparada para ser fiel en lo mucho.
Este pasaje exalta la sagacidad de un hijo del mundo que no tiene una relación con Dios, pero que elabora estratégicamente un plan para asegurar su bienestar futuro una vez fuera destituido de su cargo, aplicando los principios mundanos de corrupción, manipulación y engaño; sin embargo, también fue prudente, discreto y sabio para hacerse de amigos que preservarían su buen nombre, sus bolsillos y su vivienda después su destitución.
He sido muy tratada con el dinero, de hecho muchos creyentes lo somos, pero este es un llamado a tomar decisiones sabias y planear estratégica y astutamente cómo hacer inversiones que realmente tengan valor en el Reino de los Cielos. Si hay un llamado para esto es porque por lo menos yo no soy ni astuta, ni sabia, ni mucho menos estratégica como sí lo están siendo los hijos del mundo.
No es una maldición contar con bendición económica y disfrutar de ella, lo que sí es pecado es que 1. Nuestra prioridad sean las riquezas y el deleite del mundo y 2. No tener una perspectiva eterna con ellas. Lo que hacemos con nuestro dinero es asunto de carácter y el carácter es lo que determina nuestra conducta.
Muchos de nosotros invertimos en obras sociales, ofrendamos, diezmamos con juicio y eso está muy bien, pero nada de eso compra indulgencias en el cielo. Si nuestro dinero no es invertido en cosas que edifiquen al pueblo de Dios y a nosotros mismos, debemos reevaluar si estamos en obediencia a lo que dice el Señor Jesús en Mateo 6:20-21 “Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón”.
SI PECAMOS CON EL USO INADECUADO DEL DINERO, EL SEÑOR NO NOS ENCOMENDARA RIQUEZAS VERDADERAS.
El mayordomo corrupto invirtió sagazmente en asegurar amigos que le beneficiarían durante sus días en la tierra, y nosotros, los hijos de luz ¿Estamos pensando en invertir en amigos cuyas almas sean salvas y asegurarnos que nos encontraremos en la eternidad? Recordemos siempre que el uso adecuado de las oportunidades presentes, determinan la vida futura.
Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio (DS)
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