“Entonces Sansón dijo al joven que le guiaba de la mano: Acércame, y hazme palpar las columnas sobre las que descansa la casa, para que me apoye sobre ellas. Y la casa estaba llena de hombres y mujeres, y todos los principales de los filisteos estaban allí; y en el piso alto había como tres mil hombres y mujeres, que estaban mirando el escarnio de Sansón. Entonces clamó Sansón a Jehová, y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos. Asió luego Sansón las dos columnas de en medio, sobre las que descansaba la casa, y echó todo su peso sobre ellas, su mano derecha sobre una y su mano izquierda sobre la otra” (…) “Y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos. Entonces se inclinó con toda su fuerza, y cayó la casa sobre los principales, y sobre todo el pueblo que estaba en ella. Y los que mató al morir fueron muchos más que los que había matado durante su vida” Jueces 16:26-30 RVR60
Sansón el Nazareo, descrito en las escrituras como un varón que alcanzó buen testimonio, es sin lugar a dudas una evidencia de la fidelidad y misericordia de Dios; hijo de una mujer estéril, llegó a ser juez de Israel y el hombre más fuerte de todos los tiempos, pues era capaz de arrancar la puerta de una ciudad fortificada y correr cuesta arriba alardeando con esta al hombro, también de matar a más de 1.500 filisteos con tan solo con la quijada de un asno, y una serie de proezas que dan fe de su habilidad descomunal que hacía temblar al más valiente, sin embargo, tal exceso de fuerza desencadenó en él un exceso absoluto de confianza que lo llevó a fijar sus ojos en una mujer filistea, en una enemiga encubierta que aprovechó su sensualidad para descubrir su fuente de poder y convertirlo en un hombre del montón, al cortar su cabellera de siete trenzas.
Dicen algunos historiadores que Dalila vendió a Sansón por unos 1500 ciclos de plata, lo que corresponde hoy día a unos 2.500 dólares, sin duda ella fue una carnada diabólica con silueta femenina a la que no muchos se han podido resistir como fue el caso de David o del rey Salomón. Pero aquí lo importante no es la introducción ni el nudo de la historia mas si su desenlace, pues el hombre más fuerte de todos los tiempos se halló por su desobediencia totalmente abatido, ciego y humillado, puesto como trofeo de guerra por los filisteos en un espectáculo publico denigrante.
Cuando todos creyeron que Sansón estaba destruido, la gracia de Dios reveló que su poder no se hallaba en lo externo, pues aun sin sus largas trenzas, la fuerza que necesitaba para cumplir con el propósito de su vida, destruir a los Filisteos, le fue concedida como consecuencia del clamor de un corazón quebrantado: “Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos. Asió luego Sansón las dos columnas de en medio, sobre las que descansaba la casa, y echó todo su peso sobre ellas, su mano derecha sobre una y su mano izquierda sobre la otra” (…) “Y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos. Entonces se inclinó con toda su fuerza, y cayó la casa sobre los principales, y sobre todo el pueblo que estaba en ella. Y los que mató al morir fueron muchos más que los que había matado durante su vida” Jueces 16:26-30 RVR60.
¿Necesitas fuerzas hoy? La fortaleza que el Creyente necesita la encuentra en su determinación de morir por vivir al propósito de Dios, Sansón mató muchos mas filisteos en su muerte, que los que mató mientras estuvo vivo; sin lugar a dudas hay una verdad espiritual aquí, cada Cristiano debe exterminar a sus enemigos espirituales y solo lo podrá conseguir realmente, mediante el quebrantamiento sincero de su corazón, ese que le lleva a morir así mismo para que sea Cristo el que viva en él. Amados ¿Para qué esperamos el final de nuestros tiempos? ¡Hoy tenemos la oportunidad de experimentar el poder, la victoria y la gloria de Dios en nuestras vidas, mediante la muerte al Yo en la vida en Cristo Jesús!
Señor, te damos gracias por permitirnos comprender que la fortaleza de nuestras vidas no proviene de nada terrenal, de nada físico, más si de lo que proviene de ti oh Señor. Danos la fe, la sabiduría; la sensatez y la diligencia para morir a nuestra carne y vivir en el poder de tu Espíritu. Te lo rogamos Señor. Amén.
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (FJCG)
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