“Hijo de hombre ¿qué es la madera de la vid más que cualquier otra madera? Que es el sarmiento entre los árboles del bosque.” Romanos 11:26
Esta es una palabra que personalmente me confronta porque, aunque sé que Dios nos ve valiosos a todos sus hijos siento que nos damos mucho más valor del que tenemos en nosotros y menos valor del que hemos logrado en El.
Es decir, aún tenemos o en mi caso tengo orgullo de lo que soy, de lo que tengo incluso espiritualmente y me falta discernimiento para poder entender que todo lo que soy, todo lo que tengo y todo lo que ha de venir es por su gracia. Nada de eso me lo merezco, no fue por mi inteligencia y sabiduría, tampoco por mi disciplina y obediencia, no, porque hasta en eso Él puso el querer como el hacer en mi corazón.
Todo el crédito es para Él, si no sería seguramente una más en el infierno, una madera más… pero Él, la VID DE MI VIDA, tuvo misericordia de mí, me llamó y con paciencia me esperó, perdonó que viniera y me fuera varias veces, que incluso dijera que creía en su palabra y a veces no, su perdón alcanzó para mí idolatría cuando lo puse a Él al mismo nivel de otros dioses, vírgenes, santos y demás… fue fiel a su palabra y con amor me ha ido moldeando.
Nada de eso lo pude haber hecho yo porque mi constancia no hubiera alcanzado ni para levantarme dos días seguidos a las 5 a.m. a hablar con Él.
Soy frágil, soy carnal, soy inconstante, soy rebelde y con un corazón duro, pero en Él soy lo que su amor ha logrado en mí y es una transformación desde lo más profundo de mi corazón.
Hoy sé que no soy una más, pero porque Él lo quiso y logra menguarme a pesar de mi cada día, que vivo de gloria en gloria porque a Él le place, hoy sé que soy su hija porque Él es mi Padre y me ha educado para que así me sienta, pero también sé que no soy digna ni mi corazón debe vanagloriarse de lo que tengo porque la Gloria en mi vida será siempre para Él y mi testimonio para su obra.
Recordemos hoy de donde nos sacó nuestro Padre antes de caer a sus pies, quienes éramos, que anhelábamos antes de que Él transformara nuestros corazones, y donde estaríamos si no hubiese sido por su misericordia.
Recordar eso nos tiene que llevar a nuestro primer amor, ese Padre maravilloso que nos amó primero y llenos de errores y pecados con paciencia nos lleva de su mano por sus sendas. Que esa convicción nos acompañe siempre y sea una verdad en nuestras vidas.
SOMOS LO QUE SOMOS POR SU AMOR, SU FIDELIDAD Y SU MISERICORDIA Y POR ESO DEBEMOS HONRAR SU NOMBRE, ALABAR SU OBRA Y BUSCAR SU GLORIA A CADA INSTANTE DE NUESTRA VIDA.
GV – Casa de Refugio
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