Días atrás escuche sin proponérmelo una conversación entre dos mujeres desconocidas, en la cual una le narraba a la otra un episodio trágico, haciendo referencia a un pariente suyo que padecía dolor y al final no recibió ayuda de nadie, al escuchar su compañera el relato lanzó la siguiente expresión: Ay ¡Qué lástima! poniendo con estas tres palabras punto final a la conversación. Ese episodio atrapó mi atención, sin poder evitar meditar en el profundo abismo entre la lastima y la misericordia.
La real academia de la lengua española define la lástima como un sentimiento de tristeza y ternura producido por el padecimiento de alguien; mientras que misericordia es la inclinación a sentir compasión por los que sufren y ofrecerles ayuda. Démonos cuenta hermanos que, si bien a primera vista podrían parecer similares, el diferenciador indiscutible es que la misericordia involucra una acción, un impulso a sosegar el dolor ajeno mientras que la lástima se desvanece rápidamente, al carecer de pasión alguna.
La palabra de Dios dice en 2 de Crónicas 30:9 “El Señor su Dios es compasivo y misericordioso”, nuestro Dios no es Dios de lástima, es Dios de misericordia; la mayor expresión de la misericordia del Padre Celestial la encontramos en la cruz del Calvario, la muerte de Cristo es la evidencia irrefutable de su amor y compasión. Efesios 2:4-5 dice: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!”
Hermanos, el hijo de Dios está llamado a la misericordia, jamás a la lástima por nadie, eso quiere decir que aquel dolor que sentimos por el sufrimiento ajeno nos debe siempre mover a una acción efectiva y concreta que alivie de manera real el dolor del prójimo, no existen excepciones, aprendamos a ver cada ocasión como la oportunidad para evidenciar el ADN de nuestro Padre, recordemos sus palabras: “Misericordia quiero y no Sacrificio” Oseas 6:6.
Nos ha llegado el momento de ser verbo, de ser acción Iglesia; nuestra Casa de Refugio nos ha dispuesto diferentes medios para conectarnos con la esencia de la vida: El servicio; recordemos que este final de año tenemos brigadas de salud, campaña de regalos navideños, refuerzo escolar entre muchas otras actividades que responden al llamado que tenemos en Dios. Gracias le damos al Señor Jesús por permitimos ser sus instrumentos para suturar la herida que sangra en el corazón del prójimo, a ir más allá de la simple lástima y a ascender a los niveles espirituales de la misericordia.
Devocionales Refúgiate en su Palabra – Casa de Refugio (FJCG)
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