2 Samuel 10:9-14 RVR95: “Viendo, pues, Joab que se le presentaba la batalla de frente y desde la retaguardia, seleccionó a lo mejor de los escogidos de Israel, y se puso en orden de batalla contra los sirios. Entregó luego el resto del ejército en manos de su hermano Abisai, y lo alineó para encontrar a los amonitas. Y dijo: «Si los sirios pudieren más que yo, tú me ayudarás; y si los hijos de Amón pudieren más que tú, yo te daré ayuda. Ten fortaleza, esforcémonos por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios. Que Jehová haga lo que bien le parezca». Se acercó Joab, y el pueblo que con él estaba, para pelear contra los sirios; pero ellos huyeron delante de él. Entonces los hijos de Amón, viendo que los sirios habían huido, huyeron también ellos ante Abisai y se refugiaron en la ciudad, mientras que Joab dejó de luchar contra los hijos de Amón y volvió a Jerusalén.”
Era un panorama duro que tenía el pueblo de Israel, fueron emboscados por el frente y por la retaguardia por dos ejércitos, los sirios y los amonitas, pero dos valientes se pusieron el pie de lucha con el ejército de Israel, Joab y su hermano Abisai, para su defensa, en total eran 33 mil soldados en su contra, las probabilidades eran mínimas para ganar. Sin embargo, estos hombres tenían una fuerte motivación, evitar la aniquilación de su pueblo y las ciudades de Dios, y con la expresión “Jehová haga lo que bien le parezca”, demostraron estar completamente aferrados a la voluntad de Dios, al final Él les dio la victoria, un triunfo improbable, porque El Señor hace lo imposible, posible.
Hoy en día no vamos a tener miles de soldados en nuestra contra, pero si podemos enfrentar situaciones difíciles donde no estamos solos. Así como Joab y Abisaí contaban el uno con el otro, así también El Señor nos da personas que le temen, llenas de fe, en quienes podemos apoyarnos para colocar las batallas en sus manos, para orar y actuar conforme a las estrategias de Dios, exhortándonos, redarguyéndonos, animándonos, restaurándonos, poniendo en amor a funcionar los dones, capacidades y recursos que Dios nos ha dado para apoyarnos mutuamente, y sobre todo bajo Su cobertura, morando al abrigo del Altísimo, para que aún, en contra de todas las probabilidades, salgamos venciendo las batallas. Somos llamados a llevar las cargas unos de otros, como un solo cuerpo, donde Cristo es la cabeza. Dios no ha llamado a cuidarnos mutuamente, de tal formar que, si un miembro sufre, los otros lo socorren.
Abisaí y Joab tenían motivos poderosos para defender a toda costa a sus pueblos, nosotros hoy tenemos también razones suficientes para no dejarnos vencer por el pecado, ni sucumbir por las situaciones del día a día, ni los retos de la vida.
Hoy, mira a tus hermanos, aquellos que son parte, así como tú, del cuerpo de Cristo, no es un hermanito o hermanita más, somos aliados del Reino de Dios, para que juntos, ayudados y dirigidos por El, podamos pelear la buena batalla de la fe, y llegar a la meta con Cristo.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra – Casa de Refugio (JENM)
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