Llamados a Vivir en el Espíritu
Romanos 8:  9-11 RVR 1960: “Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, más el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.”

El apóstol Pablo escribe en estos versos una verdad sobre nuestra naturaleza, este capítulo 8 de Romanos cambió mi vida por completo; tuve tanta revelación, que los que me conocen pueden afirmar, y de manera jocosa para algunos, porque siempre digo “vive Jehová en cuya presencia estoy 24/7”. Amado hermano en fe y amor a Dios, vivir en el Espíritu, no es vivir en un trance permanente, o algo extraño que te pueda parecer. Vivir en el Espíritu significa que puedo darle prioridad al fruto del Espíritu Santo en mí y no a los deseos de mi carne. El Espíritu nos fortalece a decir NO a nuestros deseos del YO, es decir, vivir en Espíritu es decirle a mi yo un no rotundo, no titubeante, porque él siempre va a querer llevarme a un lugar donde no voy a glorificar a Dios, mientras que la comunión e intimidad con el Espíritu Santo me dice que sí y se alinea con la palabra de Dios. Vivir en el Espíritu es tener un compañero y amigo permanente de vida, fiel, amoroso a tu lado todos los días, sentir a Dios a mi lado permanentemente, ¡que bendición y regalo invaluable, procuro atesorar y deleitarme en el!

Soy de carácter fuerte e impetuoso, no me dejo caer fácilmente, con convicciones firmes, y la verdad desde que conocí al Señor hace más de 15 años y leí este capítulo, no hay nada en mi vida que no me haya determinado sea sujetado al Espíritu de Dios. Paso todo por ahí, a lo que llamo el tamiz de Jesús;  según sea mi necesidad, he puesto  esa fuerza e  ímpetu  al servicio de Dios, amo con pasión la obra del Señor, amo a mis hermanos en la fe,  procuro ver con misericordia a mi prójimo, me centro en  lo bueno de las personas, lo malo lo entrego a la justicia de Dios, no a la mía, guardo mi boca, mi mente de maldecir, renegar, desesperanzarme,  ante la dificultad procuro siempre tener templanza, creo en lo sobrenatural de Dios fervientemente, procuro servir con determinación, procuro vivir en el gozo del  Señor constantemente, no me irrito con facilidad y si siento que lo estoy lo llevo a la presencia de Dios. Siempre me pregunto ¿cómo resolvería Jesús esta situación? Jesús consultaba al Padre, y eso me da un ejemplo muy grande, ahora, cuánto más nosotros.

Mi amado vivir en el Espíritu es vivir como lo hizo Jesús, estando sujetos al Padre y guiados por Él en todo lo que hacemos.

Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio (EA)

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