Filipenses 2:12-18 RVR1960: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado. Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros. Y asimismo gozaos y regocijaos también vosotros conmigo.”
Cuando se menciona la palabra luz, sin duda alguna se refiere a Cristo, quien es la Luz del mundo, pero nosotros los creyentes, como hijos de Dios, hemos recibido el mismo llamado. Así como procuramos que nuestro carácter se parezca más al de Jesús, entonces debemos enfocarnos en este maravilloso atributo que constituye una enorme responsabilidad.
Imagínese una habitación oscura y cerrada. Usted, tiene a la mano una bombilla para iluminarla ¿dónde la ubicaría?, ¿en una esquina o el centro del lugar? Si escoge una esquina de la habitación, parte del potencial de la bombilla será desperdiciado puesto que, gran parte de la luz que emana estaría siendo ahogada por la oscuridad de los ángulos; es decir, la bombilla iluminará a medias, pero ¿qué pasa si decide ubicarla en el centro de la habitación?, se aprovechará el máximo potencial de la bombilla dado que toda su forma está siendo expuesta, lo que permite que el resplandor llegue a todas las esquinas de la habitación.
Así somos nosotros. Estamos viviendo tiempos determinantes y el llamado a ser luz es cada vez más urgente. Si nuestra vida de testimonio se está viendo mancillada por pecados recurrentes, muy seguramente estaremos experimentando un evangelismo a medias; es decir, que ese potencial con el que Dios nos ha equipado está siendo ubicado en una esquina, mientras que si procuramos llevar una vida en obediencia, evitando conscientemente caer en las tentaciones que día a día el enemigo nos pone, entonces nuestro testimonio de vida será irreprochable, lo cual nos permitirá hablar de Cristo y el evangelio sin temor; es decir, nos ubicará en el centro.
El enemigo está muy atento a cada uno de nuestros movimientos y conoce perfectamente cuándo y cómo acorralarnos para llevarnos a las esquinas. Es tiempo de dar la batalla limpia de la fe y con la victoria asegurada, ubicarnos en el centro de la voluntad de Dios para ser luz en medio de las tinieblas.
Devocionales Refúgiate en su palabra, Casa de Refugio (DS)
#Mimetaesamar
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