Los Anfitriones de la Fiesta

1 Pedro 1:10-12 NTV: “Incluso los profetas quisieron saber más cuando profetizaron acerca de esta salvación inmerecida que estaba preparada para ustedes. Se preguntaban a qué tiempo y en qué circunstancias se refería el Espíritu de Cristo, que estaba en ellos, cuando les dijo de antemano sobre los sufrimientos de Cristo y de la inmensa gloria que después vendría. Se les dijo que los mensajes que habían recibido no eran para ellos sino para ustedes. Y ahora esta Buena Noticia les fue anunciada a ustedes por medio de aquellos que la predicaron con el poder del Espíritu Santo, enviado del cielo. Todo es tan maravilloso que aún los ángeles observan con gran expectación cómo suceden estas cosas”.

¿Sabías que, constantemente y con gran expectativa no sólo Dios, sino los ángeles del cielo están observando un evento maravilloso que diariamente ocurre en muchos rincones del mundo? Cada vez que alguien reconoce al Señor como Salvador de Su vida, el Reino del Unigénito de Dios se extiende y el cielo lo celebra, así que tú y yo estamos llamados a ser los anfitriones de esta gran fiesta.

Alcanzar logros personales es bueno, Dios se goza en bendecir a sus hijos, sin embargo, la biblia nos enseña que la prosperidad personal no es el propósito por el cual Dios nos ha creado y llamado, sino el Reino de Dios. Todo lo que sucede alrededor de la extensión del Reino es algo de lo que el cielo está atento, expectante. Cada vez que un hijo de Dios deja de pensar sólo en él y su felicidad, y entiende que lo importante no es él sino la extensión del Reino y actúa, el cielo celebra.

Lo que hemos vivido tiene una razón de ser, lo que Dios nos ha dado a través de cada prueba y del paso de nuestra fe por el fuego tiene un propósito, la familia del Reino de Dios. Pero depende de cada uno de nosotros el hacer valiosas todas nuestras experiencias de vida, tanto las alegres como las más tristes. Cuando aprendemos que todo lo que sucede no es para nosotros, sino para ayudar a otros, estamos amando la obra de Dios, cuando amamos la obra de Dios, amamos al Autor de la obra y cuando amamos al Autor de la obra, no es dada la capacidad de amar de verdad a otros.  

No hay una muestra de amor más grande hacia una persona que llevarla a ser parte del Reino de Dios. Con el mismo lente de amor y misericordia que Jesús me miró, así necesito mirar a otros, así como él no se fijó en mi condición, sino que simplemente me amó, así es necesario que yo vea aun a aquellos que me cuesta amar, que me incomodan, me confrontan, que piensan distinto a como yo lo hago, que no son dignos siquiera de mi atención. Todos tenemos la misma necesidad, porque no hay uno solo que no sea digno del mismo amor que hemos recibido y por el que hemos sido llamados a ser parte de la familia de Dios. El cielo ama estar de fiesta y esta expectante por lo que hacemos, por eso recuerda, tenemos un papel como anfitriones porque siempre es tiempo de amar.

Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (KMR)

#Mimetaesamar

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