“Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino” (Salmo 119:105 RVR1995)
Siempre que medito en la expresión “Luz en la oscuridad” mis recuerdos me transportan de forma inmediata a mi infancia, específicamente a un tiempo de vacaciones de fin de año en una finca apartada, lugar en donde mis primos atesoraban entre sus muchas pertenencias, linternas de metal en cuya parte inferior se hallaba repujada a razón de marca el rostro de un tigre rugiendo. Inicialmente no lograba comprender el uso de aquel extraño artefacto; pero cuando cayó la noche, maravillado me sorprendí al ver a mis parientes caminando a través de la oscura estepa y sin el más mínimo rastro de temor, todo gracias a la lumbre en chorro emitida por sus focos recubiertos de hojalata; aliviando en buena parte el temor que suscitaba en mí las noches oscuras y tenebrosas; allí comprendí la importancia de la luz en la oscuridad.
Con nuestra espiritualidad hermanos sucede lo mismo, cuando adoptamos una vida aislada de la Luz de la palabra es como si anduviésemos por caminos oscuros y tenebrosos, expuestos a los muchos peligros que no podemos ver y que se se alimentan y toman fuerza en nuestros temores: enemigos ponzoñosos, fuerzas malévolas y depredadores que asechan a la espera de dar el zarpazo final que atente contra nuestras vidas, valiéndose de la falta de luz para sorprendernos, simplemente porque sin luz no podemos ver lo que a nuestro alrededor acontece y si no logramos ver donde poner nuestro siguiente paso, sin lugar a dudas nos estamos haciendo altamente vulnerables. Cuando David afirma: “Lámpara es a mis pies tu palabra” está reconociendo que cada uno de sus decisiones esta basada en la palabra de Dios, ha entendido que no hay oscuridad o confusión cuando avanzamos siempre bajo la dirección de las escrituras, es posible que no sepamos con exactitud a donde estamos siendo guiados, pero algo es indudable no estamos en tinieblas. Al llamar a las escrituras “lumbrera a mi camino” David enfatiza la virtud que tiene la palabra de Dios para hacernos percibir el peligro que nos acecha, anticipándonos a estos, sea para huir, como en el caso de la tentación, o para batallar y seguir firme, recordando que es el Señor quien va adelante nuestro, librando nuestras batallas, por lo que la victoria se vuelve algo certero, absolutamente irrefutable; con Jesús alumbrando nuestros pasos nada podrá vencernos.
Más adelante el mismo Salmo refuerza los efectos de la luz de la Palabra aluciendo: “La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los sencillos” (Salmo 119:130 RVR1995) confirmando que si interiorizamos la la palabra en nuestras vidas, la sabiduría de Dios alumbrará nuestro entendimiento y podremos encontrar en lo sencillo de la cotidianidad su instrucción, su trascendencia, su propósito; es tiempo de disponernos a vivir lo dicho por Dios desde lo que a nuestros ojos puede ser pequeño e insignificante, eso dará sentido a nuestros días por monótonos que parezcan, habremos entendido que nuestro Dios se mueve en el silbido apacible, que su propósito no es confuso y excede todo aquello que hallamos podido siquiera imaginar.
Desde hace muchos años el mes de Octubre ha sido declarado para el pueblo de Dios el mes de la Biblia, así que a partir de hoy hermanos profundizaremos en la invitación de nuestro Señor Jesús a cavar en sus designios, a atizar el fuego de su palabra en nuestros corazones, sin tibiezas, permitiendo que su luz eterna tome fuerza en nuestras vidas con tanta incandescencia que podamos encender el pabilo de los muchos que a nuestro alrededor demandan claridad, permitiendo, sin lugar a dudas, expandir la conflagración eterna que Jesús desea en nuestras vidas y en la vida de nuestro prójimo.
FJCG – Casa de Refugio
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