Mantengamos la Esperanza

Romanos 15:1-12 NVI: “Los fuertes en la fe debemos apoyar a los débiles, en vez de hacer lo que nos agrada. Cada uno debe agradar al prójimo para su bien con el fin de edificarlo. Porque ni siquiera Cristo se agradó a sí mismo, sino como está escrito: «Sobre mí han recaído las burlas de los que te insultan». De hecho, todo lo que se escribió en el pasado se escribió para enseñarnos, a fin de que alentados por las Escrituras, perseveremos en mantener nuestra esperanza. Que el Dios que infunde aliento y perseverancia les conceda vivir juntos en armonía, conforme al ejemplo de Cristo Jesús, para que con un solo corazón y a una sola voz glorifiquen al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, acéptense mutuamente, así como Cristo los aceptó a ustedes para gloria de Dios. Les digo que Cristo se hizo servidor de los judíos para demostrar la fidelidad de Dios, a fin de confirmar las promesas hechas a los patriarcas, y para que los no judíos glorifiquen a Dios por su misericordia, como está escrito: «Por eso te alabaré entre las naciones; cantaré salmos a tu nombre». En otro pasaje dice: «Alégrense, naciones, con el pueblo de Dios». Y en otra parte: «¡Alaben al Señor, naciones todas! ¡Pueblos todos, cántenle alabanzas!». A su vez, Isaías afirma: «Brotará la raíz de Isaí, el que se levantará para gobernar a las naciones; en él los pueblos pondrán su esperanza»”.

Un rasgo representativo y sobresaliente de la iglesia naciente era la comunión entre hermanos, un eje fundamental en la doctrina de los apóstoles, porque más que expresar una idea de estar juntos, la comunión tiene un gran propósito: Edificarnos; y para el apóstol Pablo, esto no sólo significaba el hecho de crecer espiritualmente, sino que es la herramienta del Señor para perfeccionar su obra en nosotros, porque trae consigo múltiples beneficios que van en doble vía, no sólo nos permite expresar el amor de Cristo, estimula las buenas obras, potencia los dones y talentos con los que Dios nos ha bendecido, estrecha los lazos entre hermanos a través de la oración los unos por los otros, trae revelación para nuestra vida y para la iglesia.

Iglesia, el Señor quiere que en comunión perseveremos en mantener nuestra esperanza. Pablo nos enseña el cómo, mirando a Cristo. A través de sus pisadas en la tierra durante su ministerio, vemos en cada paso que Jesús amaba la comunión entre hermanos, amaba compartir con sus discípulos, él lucho para derribar en sus mentes y corazones, las barreras raciales, culturales, religiosas, todas aquellas cosas que los apartaban de los demás pueblos de la tierra, porque su propósito era UNIRNOS en una sola familia. En su ejemplo aprendemos la importancia de ese pasar tiempo con el otro buscando algo fundamental: la armonía, el equilibrio, estar en paz el uno con el otro. Lo que debemos cuestionarnos es ¿procuramos la comunión con nuestros hermanos?, y si es así, ¿los edificamos, procurando mantener la armonía, la paz?, ¿somos agentes que cuidan la unidad, con celo santo?

Mientras ayudas en la edificación de otros te edificas a ti mismo. El mundo nos enseña a pensar primero en nosotros, a pensar que una vez nosotros estamos bien y lo tenemos todo, ahí si podemos mirar a los demás, pero la biblia nos enseña que debemos poner a los demás primero.

Agradar al otro, aceptarnos mutuamente, es hablar con la verdad, no ser complacientes con el pecado, ni con las fallas en el carácter, amar es disciplinar también porque el fin último es edificar, no congraciarnos con el pecado. Esta no es una tarea fácil, por eso el apóstol al tocar este tema, ora diciendo: “Que el Dios que infunde aliento y perseverancia les conceda vivir juntos en armonía, conforme al ejemplo de Cristo Jesús.”
Mantengamos la Esperanza, intercedamos porque el amor de Cristo reine en medio de nosotros, que la aceptación sea nuestra bandera, así como el Señor nos ha aceptado a nosotros, siendo los más indignos de su gracia, “para que con un solo corazón y a una sola voz glorifiquemos Dios.”

Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (KM)

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