Una de las palabras que pensaríamos sería la más usada por Jesús durante su ministerio en la tierra es: Gracia; sin embargo, no es mencionada en ninguna de sus enseñanzas públicas, a lo mejor porque su vida misma era la más grande prueba del favor inmerecido del Padre para la humanidad y porque su carácter estaba marcado por una gracia tan extravagante que nunca necesitó hablar de lo que expresó con cada una de sus acciones. Por eso lo vemos junto a las personas que la sociedad consideraba inmundas y a las que nadie quería acercarse: “Y he aquí, se le acercó un leproso y se postró ante Él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Y extendiendo Jesús la mano, lo tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante quedó limpio de su lepra.” (Mateo 8:2-3 LBLA)
Todas las formas religiosas a las que estamos acostumbrados vinieron a ser anuladas por cada expresión de Gracia que recibimos a través de Cristo en el Nuevo Pacto, fue él, La Verdad misma, quien inició una auténtica revolución que impactaría la sociedad, liberándola de la cautividad del pecado y la rígida y estéril religiosidad. A través de su corazón lleno de Gracia Jesús tocó a este leproso, así también miró con amor a la mujer sorprendida en adulterio, confrontó al joven rico con su propia ley, exponiéndolo de esa forma a la gracia misma, cada acto de Jesús fue una extensión de Gracia.
Por tanto, impregnarnos de Gracia hace parte de la renovación de nuestro entendimiento, esa misma que habla Pablo en la epístola a los Romanos 12:2. Cuando cambiamos nuestra forma de pensar y somos transformados para tener una mentalidad de Gracia, podemos extender favor a quien no se lo merece y nunca podría ganarlo. Fuimos llamados por gracia, somos salvos por gracia, vivimos por gracia y somos usados en favor de la cruz sólo por gracia, entonces cómo no vamos a concebir que Dios demanda que actuemos motivados por ella. Lo que Dios hizo fue doblarse hacia la humanidad al tomar nuestra forma para ser parte de nosotros, para sufrir y padecer como uno de nosotros, para que fuera por absoluta gracia. El término bíblico expresa la idea de «doblarse, descender» por gracia. Se entiende la idea de «favor condescendiente», un favor que nunca exige paga, porque aunque quisiera no podría pagarse y sería un insulto intentarlo.
Actuar con mentalidad de gracia es ser la extensión del amor de Jesús, de sus manos tocando al que no es digno, de su mirada puesta en aquel invisibilizado por la sociedad. Asegurémonos cada día de tener la porción de gracia que necesitamos para dar a los demás de lo que hemos recibido, Jesús dijo a sus discípulos y hoy nos dice a nosotros: “Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, expulsad demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:8 LBLA).
Dar de gracia, es dar sin esperar nada a cambio, es dar gratuitamente al que no merece. Tener mentalidad de gracia es madurar espiritualmente porque mis pensamientos y mis sentidos están puestos en el lugar correcto, en Jesús, por eso mi motivación es la correcta porque viene de él, no de mis fuerzas porque terminaría infectando de orgullo lo que hago. Roguemos al Señor para disponernos a dejarnos cambiar el chip por su Espíritu y podamos dar de gracia, que cada uno de nuestros actos esté marcado y motivado por una mentalidad de gracia.
“Mi corazón sea fiel Señor, y en ti crecer y en ti luchar, perseverar hasta el final, mi corazón sea fiel Señor. Déjame ver lo que tu ves, para cambiar lo malo en mí, y así entregarte lo mejor, déjame ver lo que tu ves. Déjame oír lo que oyes tú, para estar junto a ti, aunque me cueste entender, déjame oír lo que oyes tu. Mi corazón sea fiel Señor.” (AVB Acapella)
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (KMR)
Leave a Reply